Mi barrio
Todos los domingos, por la mañana, cuando voy a comprar el pan y los periódicos me vienen ganas de hablar del barrio en el que vivo. Y no sé cómo me las maravillaría yo para hablar de él sin que se sientan ofendidos los políticamente correctos.
Me explico. El barrio en el que vivo se llama Cazoña –lamento no poder darles noticia sobre el origen de tal nombre – y entre la gente ‘bien’ de Santander , que hay unos cuantos, e incluso entre los menos bien, que son algunos más, el barrio no goza de buena fama, porque en él hay algunos gitanos. En realidad hay varias ‘cazoñas’ porque este barrio, que surgió por los años 70, cuando la ciudad sintió una de las primeras necesidades de ‘alargarse’, porque lo de ‘ensancharse’ , gracias al mar, esta ciudad lo tiene menos fácil. Surgió entonces una zona de expansión variopinta de edificios de alturas dispares y subzonas. En él encontraron acogida viviendas para una clase media, hecha de funcionarios, empleados, pequeños empresarios y gentes similares. También hubo zonas en las que se congregó la población gitana que en general se dedican al ‘paño’. Quiero decir que son de los que montan sus tenderetes en los mercados, o cogen sus ‘fulgonetas’ y venden sus pantalones, sus faldas, sus camisas, sus bragas, sus calcetines, sus foulards , sus camisetas en esas ferias populares. Vamos que tienen para vivir y sobre todo vestir. No parece que pasen especiales apuros económicos, claro que economía y educación cívica no son conceptos que vayan forzosamente ligados.
Mi casa limita al este, próxima a esa zona y puedo admirar , cuando me acerco al mercado donde se encuentra ‘mi’ panadería , a un grupo de jóvenes gitanos vestidos de punta en blanco, bueno de punta en negro, porque parece ser que le gusta más lo negro. Eso sí unas levitas, tipo Larra, perfectamente cortadas, camisas negras, collares de oro, zapatos de esos de ‘chúpamelapunta’ ,ellos, vestidos del mismo tono, zapatos de tacón alto, escotes y abundante maquillaje en las jovencitas. Personalmente, aunque me siento reconocedor y aprecio algunos de los valores gitanos, como su gusto a su particular ley, que es su libertad, su sentido del ritmo y del arte y otros valores, que los tienen... no llevo nada bien otras varias cosas como la de que no respeten las costumbres de los que no son como ellos, como ellos reclaman, y con razón, respeto para ellos y las suyas.
Pero no es el momento de entrar en esas ‘profundidades’ que serían objeto de un muy largo debate. Lo que cada mañana me molesta muchísimo es ver como un barrio que en determinadas zonas, como es el caso, está maravillosamente dotado de hermosas zonas verdes, donde crecen , acacias, fresnos, olmos, abetos, ciruelos japoneses, sauces y otras plantas, aparezca cada mañana lleno de botes de cerveza o coca-cola, bolsas de plástico, envases de toda clase de zumos, refrescos, ‘cheetos’, franjas de ‘flash’ y toda esa comida basura que expenden generosamente las dos o tres tiendas de chucherías y necesidades-de-última hora, que hay en el barrio.Por supuesto, las papeleras que el Ayuntamiento ya no repone, sólo mantienen en pie su barra metálica, los contenedores , sus tapaderas azules ,andan entre los matorrales olvidados...
Cierto es que esta falta de sensibilidad por la limpieza, por el cuidado de plantas y mobiliario urbano no es patrimonio exclusivo de mis vecinos y puede verse igualmente por otros lugares de la ciudad. Lo único que ocurre es que, al estar esas zonas en el ‘centro’ o en zonas más frecuentadas, a lo mejor, algún día u otro, aparecen los barrenderos o los servicios del Ayuntamiento que reponen o reparan los desperfectos.
No voy a llorar, mi lamento es tan sólo un alivio, por lo demás me gusta mi barrio y a Douce más. Ella no sabría vivir en el ‘centro’, de hecho cuando de guindas a brevas le toca pasearse por calles y paseos llenos de gente se encuentra extraña y me dice:”¿Por qué no nos vamos a nuestro barrio?”
Me explico. El barrio en el que vivo se llama Cazoña –lamento no poder darles noticia sobre el origen de tal nombre – y entre la gente ‘bien’ de Santander , que hay unos cuantos, e incluso entre los menos bien, que son algunos más, el barrio no goza de buena fama, porque en él hay algunos gitanos. En realidad hay varias ‘cazoñas’ porque este barrio, que surgió por los años 70, cuando la ciudad sintió una de las primeras necesidades de ‘alargarse’, porque lo de ‘ensancharse’ , gracias al mar, esta ciudad lo tiene menos fácil. Surgió entonces una zona de expansión variopinta de edificios de alturas dispares y subzonas. En él encontraron acogida viviendas para una clase media, hecha de funcionarios, empleados, pequeños empresarios y gentes similares. También hubo zonas en las que se congregó la población gitana que en general se dedican al ‘paño’. Quiero decir que son de los que montan sus tenderetes en los mercados, o cogen sus ‘fulgonetas’ y venden sus pantalones, sus faldas, sus camisas, sus bragas, sus calcetines, sus foulards , sus camisetas en esas ferias populares. Vamos que tienen para vivir y sobre todo vestir. No parece que pasen especiales apuros económicos, claro que economía y educación cívica no son conceptos que vayan forzosamente ligados.
Mi casa limita al este, próxima a esa zona y puedo admirar , cuando me acerco al mercado donde se encuentra ‘mi’ panadería , a un grupo de jóvenes gitanos vestidos de punta en blanco, bueno de punta en negro, porque parece ser que le gusta más lo negro. Eso sí unas levitas, tipo Larra, perfectamente cortadas, camisas negras, collares de oro, zapatos de esos de ‘chúpamelapunta’ ,ellos, vestidos del mismo tono, zapatos de tacón alto, escotes y abundante maquillaje en las jovencitas. Personalmente, aunque me siento reconocedor y aprecio algunos de los valores gitanos, como su gusto a su particular ley, que es su libertad, su sentido del ritmo y del arte y otros valores, que los tienen... no llevo nada bien otras varias cosas como la de que no respeten las costumbres de los que no son como ellos, como ellos reclaman, y con razón, respeto para ellos y las suyas.
Pero no es el momento de entrar en esas ‘profundidades’ que serían objeto de un muy largo debate. Lo que cada mañana me molesta muchísimo es ver como un barrio que en determinadas zonas, como es el caso, está maravillosamente dotado de hermosas zonas verdes, donde crecen , acacias, fresnos, olmos, abetos, ciruelos japoneses, sauces y otras plantas, aparezca cada mañana lleno de botes de cerveza o coca-cola, bolsas de plástico, envases de toda clase de zumos, refrescos, ‘cheetos’, franjas de ‘flash’ y toda esa comida basura que expenden generosamente las dos o tres tiendas de chucherías y necesidades-de-última hora, que hay en el barrio.Por supuesto, las papeleras que el Ayuntamiento ya no repone, sólo mantienen en pie su barra metálica, los contenedores , sus tapaderas azules ,andan entre los matorrales olvidados...
Cierto es que esta falta de sensibilidad por la limpieza, por el cuidado de plantas y mobiliario urbano no es patrimonio exclusivo de mis vecinos y puede verse igualmente por otros lugares de la ciudad. Lo único que ocurre es que, al estar esas zonas en el ‘centro’ o en zonas más frecuentadas, a lo mejor, algún día u otro, aparecen los barrenderos o los servicios del Ayuntamiento que reponen o reparan los desperfectos.
No voy a llorar, mi lamento es tan sólo un alivio, por lo demás me gusta mi barrio y a Douce más. Ella no sabría vivir en el ‘centro’, de hecho cuando de guindas a brevas le toca pasearse por calles y paseos llenos de gente se encuentra extraña y me dice:”¿Por qué no nos vamos a nuestro barrio?”
Comentarios
Habitualmente vivo rodeado de agricultores y amas de casa. Y este curso, dos días por semana, en un barrio de Valencia tomado literalmente por sudamericanos y negros (de color... de color negro, claro), y resulta que en cierto sentido vivo más tranquilo entre los inmigrantes que entre mis paisanos.
Y guarros los hay en todas partes, lo malo es que, como dices, a los "buenos" el ayuntamiento se lo disimula.