Que me devuelvan a mis muertos

Cuando uno se hace mayor, quiero decir , más mayor, empieza a fastidiarle que vengan los 'forasteros' cabalgando en dólares o imperios y quieran espantar a tus propios fantasmas . Lo digo porque de unos años a esta parte - hoy me llegado un correo para que felicite a no sé quién la fiesta del Halloween- esta mezcla rara de brujería, religión, fantasmas y miedos pretende suplantar a nuestros propios miedos.

Lo que más me fastidia de esta 'imposición' , o más bien 'aceptación' pazguata de estos festejos, es la frivolidad con la que abandonamos nuestras propias supersticiones y adoptamos otras que me parecen más folclóricas y extrañas. Si nuestros miedos están ligados a los muertos, al terror a esta Mujer que tan fría nos han pintado, ¿ a qué vienen esos festejos de patéticos carnavales? ¿ esas extrañas calaveras hechas de calabazas? ¿esos vestidos lúgubres, cuando no hay nada más tétrico que nuestras propias ánimas, un día amigas , familiares y misteriosamente amenazantes una vez traspasadas las fronteras de la vida?

Quiero que no me priven de mis miedos de niño, de los sonidos lúgubres de las campanas que tañían a muerto la noche de los Difuntos. Quiero volverme a tapar la cara con mantas y sábanas, para que ninguno de esos espíritus pueda llevarme a ese mundo oscuro y negro donde habita la muerte con sus muertos. Quiero 'vivir', es un decir, esa fiesta 'ambigua', que casi sin solución de continuidad pasaba de los 'Difuntos' a todos los 'Santos'. Nunca supe qué es lo que tocaba celebrar, si la Muerte o la Vida Eterna.

Y sigo sin saberlo. Pero que no me vengan con 'calabazas', por favor.

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