¿Qué hemos hecho mal?
PREGUNTAS DE PADRES Y MADRES
Ayer, un pequeña anécdota familiar, una de tantas, me hizo reflexionar una vez más, en qué hemos podido fallar al educar a nuestros hijos. Porque , a pesar de haber intentado hacerlo bien comprobamos que algo ha fallado. Me acordé entonces de un libro que había leído hace tiempo, busqué en mi ‘biblioteca’ y volví a repasarlo, aunque sólo fuera para consolarme. En la contraportada ponía “ Besançon, août 1992”, o sea que no es de ayer.
Se trata de un librito que Christiane Collange, periodista muy conocida en su país, escritora y madre de cuatro retoños escribió allá por 1985, y que tituló “Moi, ta mère”. Desde su posición de madre, y madre preocupada por dar la mejor educación a sus hijos, lamenta la indiferencia, la falta de detalles, la despreocupación de sus hijos , su desinterés por preguntarle de vez en cuando cómo se encuentra... Trata de encontrar ‘razones-sinrazones’ para explicar este comportamiento que no se resigna a admitir porque lo considera completamente injusto, y no las encuentra.
Se pregunta si el hecho de haberla visto siempre como una mujer fuerte, normalmente de buen humor, el hecho de haber tratado de ser, no una ‘madre gallina’, sino una madre que ha confiado en ellos, tratando de darles libertad para ser ellos mismos, procurando mostrarse incansable, ha hecho que sus hijos no la consideren como una mujer que pueda tener el ‘capricho’ de tener necesidades de consideración y de afecto como cualquier ser humano. Derecho a sentirse cansada, derecho a necesitar una atención , una caricia, un simple “ ¿cómo te sientes?”.
Queriendo evitarles lo que a nosotros nos costó tanto conseguir, y más a las mujeres: independencia, libertad, sobrevivir a penurias materiales, hemos alumbrado unas generaciones de niños mal criados, caprichosos , desatentos, egoístas, que se creen con derecho a todo , sin obligación ninguna de responsabilidad, de trabajo, de esfuerzo, de corresponder a su modo con una sonrisa, con un saludo, con un ¿‘te ayudo’?. Para no alargarme no contaré aquí la anécdota familiar que dio origen a esta reflexión. Sólo diré que se trataba de adquirir algo cuyo destinatario no era yo, sino algo útil para mi hija, que remoloneaba , ponía mala cara, al tener que dejar su comodidad para acompañarme a elegir algo para ella. El hecho es lo de menos, lo alarmante es que sea una ‘actitud’ generalizada y sintomática.
El tema da por supuesto para escribir todo un libro tan sensato y cargado de razón como el que escribió Cristiane Collange. Sólo traduciré aquí, para sus reflexiones personales, algo que escribe en el ‘Avant-propos’ de su libro. Lectura recomendable para cualquier padre o madre que se sienta en situaciones parecidas:
Ayer, un pequeña anécdota familiar, una de tantas, me hizo reflexionar una vez más, en qué hemos podido fallar al educar a nuestros hijos. Porque , a pesar de haber intentado hacerlo bien comprobamos que algo ha fallado. Me acordé entonces de un libro que había leído hace tiempo, busqué en mi ‘biblioteca’ y volví a repasarlo, aunque sólo fuera para consolarme. En la contraportada ponía “ Besançon, août 1992”, o sea que no es de ayer.
Se trata de un librito que Christiane Collange, periodista muy conocida en su país, escritora y madre de cuatro retoños escribió allá por 1985, y que tituló “Moi, ta mère”. Desde su posición de madre, y madre preocupada por dar la mejor educación a sus hijos, lamenta la indiferencia, la falta de detalles, la despreocupación de sus hijos , su desinterés por preguntarle de vez en cuando cómo se encuentra... Trata de encontrar ‘razones-sinrazones’ para explicar este comportamiento que no se resigna a admitir porque lo considera completamente injusto, y no las encuentra.
Se pregunta si el hecho de haberla visto siempre como una mujer fuerte, normalmente de buen humor, el hecho de haber tratado de ser, no una ‘madre gallina’, sino una madre que ha confiado en ellos, tratando de darles libertad para ser ellos mismos, procurando mostrarse incansable, ha hecho que sus hijos no la consideren como una mujer que pueda tener el ‘capricho’ de tener necesidades de consideración y de afecto como cualquier ser humano. Derecho a sentirse cansada, derecho a necesitar una atención , una caricia, un simple “ ¿cómo te sientes?”.
Queriendo evitarles lo que a nosotros nos costó tanto conseguir, y más a las mujeres: independencia, libertad, sobrevivir a penurias materiales, hemos alumbrado unas generaciones de niños mal criados, caprichosos , desatentos, egoístas, que se creen con derecho a todo , sin obligación ninguna de responsabilidad, de trabajo, de esfuerzo, de corresponder a su modo con una sonrisa, con un saludo, con un ¿‘te ayudo’?. Para no alargarme no contaré aquí la anécdota familiar que dio origen a esta reflexión. Sólo diré que se trataba de adquirir algo cuyo destinatario no era yo, sino algo útil para mi hija, que remoloneaba , ponía mala cara, al tener que dejar su comodidad para acompañarme a elegir algo para ella. El hecho es lo de menos, lo alarmante es que sea una ‘actitud’ generalizada y sintomática.
El tema da por supuesto para escribir todo un libro tan sensato y cargado de razón como el que escribió Cristiane Collange. Sólo traduciré aquí, para sus reflexiones personales, algo que escribe en el ‘Avant-propos’ de su libro. Lectura recomendable para cualquier padre o madre que se sienta en situaciones parecidas:
Si tu hija te sonríe por la mañana y te dice: ‘buenos días
Si tu hijo te besa por la noche deseándote un ‘buenas noches
Si a tu hija le gusta lo que estudia
Si tu hijo estudia lo que le gusta
Si tu hija arregla su habitación una vez por semana
Si tu hijo limpia sus zapatos una vez por semana
Si tu hija te ofrece una aspirina cuando te duele la cabeza
Si tu hijo, preocupado, te pregunta qué tal te va en tu trabajo
Si tu hija hace su presupuesto y se atiene a él
Si tu hijo te avisa que no va a venir a cenar y que se va con unos amigos
Si tu hija apaga la luz cuando sale de una habitación
Si tu hijo cierra la puerta de casa con llave cuando sale
Si veis una hija más feliz de sentirse libre de lo que vosotras erais a su edad
Si veis que vuestro hijo se encuentra mejor consigo mismo que vosotros/as os sentíais a su edad..
... Entonces es inútil que leáis este libro, o sólo para sentiros satisfechos de vosotros como padres ‘realizados’
Pero como no todos los padres y madres tienen ni la ciencia ni la misma suerte que vosotros, pensad en ellos y ¡prestádselo!
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