La inteligencia social

Image hosting by PhotobucketAyer me lié con otros temas , otros personajes y dejé los dos más importantes: el señor Goleman y a Orhan Pamuk, reciente premio Noble de Literatura. Como de éste último no he leído nada, pero su trayectoria personal me interesa, hablaré cuando tenga más conocimiento de causa.

Sigo un poco al escritor y divulgador Daniel Goleman desde que divulgó la llamada ‘Inteligencia Emocional’. Ese saber hacer fundamental para asentar nuestra estabilidad psicológica que nos permite desenvolvernos razonablemente bien en el mundo de nuestra relaciones con los demás de una manera suficientemente equilibrada. Hay gente de alto C.I., coeficiente intelectual, que son unos absolutos patosos en la vida ordinaria , que no pasarían un examen de empatía –sintonizar con el prójimo- saber relacionarse.

En este camino de progreso para entender el comportamiento humano en esta jungla en que se ha convertido nuestra vida de prisas, estrés, explotación del ser humano, despotismo, servidumbres, sin apenas calor y comunicación humanas, que marcan el camino hacia la depresión , la angustia, de seres humanos que van quedando tirados, no sólo en las aceras de nuestras calles, sino también recluidos en sus casas, encerrados en sí mismos o arrumbados en las cunetas de la vida, prosiguen los estudios de psicólogos, neurocientíficos o divulgadores.

Su nuevo libro “La inteligencia social”, es un paso más por averiguar dónde residen y cómo actúan esas ‘neuronas espejo’ que crean un vínculo espontáneo entre dos mundos emocionales, cómo se contagian emociones como la risa, qué hace que nos sintamos a gusto junto a una persona que tiene una visión equilibrada de la vida o cómo nos ‘contagia’ su preocupación una persona preocupada. Es lo que ‘La inteligencia social’ trata de descubrir: qué partes de nuestro cerebro se activan , dónde residen , cómo se producen estos ‘contagios’.

Y mientras los neurocientíficos se dedican a su trabajo, los divulgadores de esos estudios nos animan a huir de las emociones ‘tóxicas’ que pueden actuar con un veneno en nuestras mentes porque , si creemos a los estudiosos del tema “ Las relaciones estresantes provocan una subida hormonal que daña ciertos genes que controlan nuestra sistema inmunológico”.

Más allá y más acá de las teorías sobre las que trabajan los científicos, al hombre de la calle, porque gran parte de nuestra vida transcurre en esa ‘calle’ que llamamos trabajo, relaciones sociales, transporte, compras, gestiones, relaciones de amistad, de pareja o de familia, a ese ‘homo socialis’ le interesa cómo poder manejar sus emociones, discernir las ‘tóxicas’ de las saludables, fomentarlas , saber encontrar en nosotros, en primer lugar la empatía con nosotros mismos, para poder luego sentirla con los demás. Bien cultivado , a pesar de lo que vemos que ocurre cada día, nuestro cerebro siente “más propensión hacia el amor, la compasión y la cooperación, que hacia la ira, la envidia o el egoísmo”.

¿No podemos sentirnos de vez en cuando ‘positivos’? No olvidemos la frase del gran ‘psicólogo’ y entrenador del Barça que se pasaba las ruedas de prensa repitiendo aquello de “ Todo positifo, nunca negatifo”.

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