Vientos del Sahara

Esta mañana he estado hablando con dos compañeros que han estado en cuatro ocasiones en el campamento de refugiados saharauis de Tinduf, en Argelia. El año pasado fueron acompañados por un grupo de alumnos que compartieron vida, experiencias y juegos con familias y niños saharauis. Por supuesto la experiencia significó un fuerte impacto en sus jóvenes vidas al ver en las condiciones que sobrevivien los 200.000 saharauis que esperan desde hace más de 30 años el regreso a su 'país' ante la indiferencia de los estados que más obligados estarían en hacer cumplir 'resoluciones inútiles'. Son los ciudadanos y las organizaciones los que se ocupan de ayudarles a sobrevivir en medio del desierto,en condiciones precarias , pero felices. Mientras, en el silencio cómplice y cobarde de los políticos, sólo salen de su boca declaraciones vanas, vacías de voluntad y sentimiento.

Este año me gustaría sumarme al grupo si es posible y hemos hablado de planes y de acciones . La primera recomponer el grupo de los alumnos que quieran participar en el proyecto, tratar de recibir ayudas que en su día , algunos políticos ofrecieron y seis meses más atarde aún están sin satisfacer.

Pero no era de eso lo que me apetecía hablar ahora. Uno de los compañeros me pasó una revista en la que contaba su experiencia. Entre las fotos que recogían momentos de su estancia en los campamentos en la escuela 10 de Mayo sobre una desvencijada pared se podía ver un cartel que decía: " Cuando uno forma parte de la FELICIDAD de los demás, no tiene el DERECHO de marcharse" .

Esa frase me ha hecho reflexionar y seguirá haciéndolo.

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