De premios y premiados

Esto de reconocer un mérito, una buena acción , un buen trabajo, es algo muy humano, el error en el premiado sería creerse que es ‘el premio’. Por supuesto que hay premios y premios; premiados y premiados. Recibir un galardón no significa forzosamente ser el mejor, el que más lo merece. Como dicen los de ciencias depende de muchas variables: quién lo concede, los objetivos que persigue al otorgarlo, la elección de jurado , relacionado con las dos primeras premisas, las ‘consignas’ más o menos directas, más o menos tácitas, las presiones sobre los de arriba y desde abajo...

En fin , no sé por qué hablo de eso si nunca he concursado. Miento, he recibido dos premios de los que me honro : un concurso de canto y un concurso literario. No obstante advierto, que ni tengo un chorro de voz, ni soy ensayista famoso. Por el primero recibí una estatuilla que se iluminaba por las noches, por una canción que no llegué a terminar por habérseme olvidado la letra. El segundo por un trabajo presentado a un premio de la Embajada francesa en Madrid que mi profesora de Francés en la universidad envió a la Agregación Cultural. Premio : un lote de libros que todavía andan rodando por aquí, Como ven dos premios de renombre.

Pero estas dos anécdotas no estaban previstas cuando sentí el capricho de escribir esta entrada. La idea surgió al leer en la prensa de hoy ante la reacción de los premiados en sendos premios o concursos. El primero se refiere al Premio Nacional de Narrativa y la reacción del galardonado, el escritor Ramiro Pinilla por su libro “Las cenizas de hierro” que cierra su trilogía “Verdes valles, colinas rojas”. No puedo comentar si es merecido o no el premio porque desconozco la obra de su autor, pero si tengo dos elementos de juicio que pueden parecer nimios y anecdóticos. Para mí son suficientes, porque creo que reflejan al ‘hombre’, no al escritor del que no tengo más datos. El primer detalle es la fotografía de ese rostro que acompaña la noticia: el gesto recio, la cabeza rapada o más bien completamente calva, gafas enormes , un sencillo jersey de cremallera y una boca cerrada a cualquier sonrisa protocolaria.

Mi segundo elemento de juicio –atrevido por supuesto- algunas palabras entresacadas de la conversación entre él y su editor que desde Francfort le comunica la noticia:

  • Ramiro, te han dado el Premio Nacional de Literatura.
  • Está bien
  • ¿Cómo que está bien? Te han dado el premio de la Crítica y ahora éste. ¡Es estupendo!
  • ¿Cuál es la diferencia de este Premio con el de la Crítica?
  • Está mejor dotado.
  • Entonces a quien hay que felicitar es a Hacienda

¿No les parece todo un retrato?. Frente a esta reacción tan apabullante, señalo la de aquellos que cuando los premian piensan que hacen un honor al premio, y no me pidan nombres , ya los conocen.

El caso es que ayer, parece ser, también se concedían en Córdoba las Medallas de Oro de las Bellas Artes , con asistencias Reales , Ministeriales y demás autoridades que se arriman a estos eventos. El cronista de EFE que relata lo acontecido, selecciona , significativamente, dos de las reacciones de los varios premiados en toda la gama de la Artes. Uno de ellos es el actor Juan Diego que , reconociendo que se halla en un ‘gran momento’ (sic) tras recibir la Concha de Plata ahora recibe este galardón. Su respuesta. “ Estos galardones han sido entregados a los ‘perjudicados’ del arte”. A ustedes, de interpretarlo. También mi admirado letrista J. Sabina dejó su impronta personal. Lo que me extraña es que acudiera a recogerlo. “Hombre , agradecido, pero no me emocionan las medallas”.

Si es así, lo congruente hubiera sido que si esas cosas no nos ‘emocionan’ , lo mejor sería quedarse en casa apurando unos güisquis. Además se ahorra uno tener que ahogarse con una corbata.

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