Cuadernos de caligrafía
De pequeño, cuando llegaba al final de un cuaderno , sentía urgencia por terminarlo para empezar uno nuevo. Estrenar un cuaderno surtía efectos inmediatos. Elegía mi mejor letra porque siempre he sentido un gusto particular por una letra bella, quizá fruto de las decenas o centenares de cuadernos que los Hermanos Maristas me hicieron rellenar. Creo que aún ahora tengo un gusto especial por una letra cuidada y por eso me cuesta tanto leer ejercicios o exámenes escritos por mis alumnos con eso que no sé si podemos llamar letra o garabatos indescifrables . A veces cuando les digo que en nuestros cuadernos escolares los puntos se repartían en 7 para el contenido + 3 para la presentación, se lo toman a broma . Cuando lo comentas - cada vez menos porque te das cuenta que de nada sirve predicar en el desierto de la despreocupación - lo más fino que puedes oír es : "¡Pues vaya bobada!"
Hoy empiezo mi cuaderno con el fervor de un colegial, sirviéndome de mi mejor caligrafía que no es la de antaño, aunque es bastante legible. Estreno un cuaderno nuevo, todo un pequeño acontecimiento. Lo compré ayer y lo elegí entre los varios que me mostró la chica de la papelería. Tiene la misma pauta, parecida a un pentagrama, aunque no tiene la portada emblemática de mis cuadernos de Edelvives . Un barco de amplio velamen con una pluma de ave a modo de mástil y aquella para mí enigmática leyenda: "Con la pluma me abro paso".
Mi letra trata de seguir adaptándose a la fila inferior de las cuatro que forman la pauta. A mí de pequeño, como a los demás de mi edad, me enseñaron a "seguir la pauta", era algo no sólo propio de la escuela sino también más allá de las paredes del colegio. Como era natural, tanta pauta, tanta ley, tantas órdenes generaban al menos una rebeldía interior que procuraba encontrar alguna válvula de escape por donde pudiera encontrar salida. Para mí, entre otras , la principal vía de escape era el juego, me gustaban todos los tipos de juegos, si los enumerara aquí la lista podría ser bastante larga. Aquellos juegos infantiles me permitían salir del cauce estrecho de las ‘pautas’, el juego era mi espacio de libertad y a él me entregaba en cuerpo y alma hasta olvidarme de todo lo demás.
Hoy mismo hablando con una amiga de la infancia y algo más que amiga por teléfono le preguntaba por una cantinela con que las chicas acompañaban el botar de una pelota de goma mientras hacían distintos movimientos de los brazos o un levantar de las piernas para que pasara por debajo la pelota. Los niños normalmente no jugábamos a eso, éramos meros observadores, no tanto porque este juego nos divirtiera sino porque era una ocasión de ver algo más que las piernas de las niñas al levantar su falda. Quizá por eso yo recordaba parte de aquella cantata que acompañaba a su inocente juego y nuestro ‘picaresco’ acompañamiento.Ni ella ni mi hermana a quién también he preguntado por la coplilla se acordaban de aquella ‘letra’ extraña aunque sí les sonaba.
Si me he empeñado en recordarla, además de rescatar aquellas sensaciones con sabor grato a infancia, es que porque quería recuperar una versión más exacta de lo que debía ser una torpe ‘trascripción fonética’ de aquel galimatías en una época donde no estaba tan de moda el estudio de los idiomas. Lo que yo recuerdo de aquella cantinela sonaba más o menos así : “juan tin tuá de li forfa si a de la teverene (hueco)... y terminaba adelitón, miau!”
Mi referencia puede no ser exacta y por eso quería contrastarla con otras versiones, pero resulta que yo recordaba más que las propias protagonistas, pero no renuncio a mi investigación ‘fonética’, porque hay un ligero parecido con la numeración inglesa: “One, two, three, for, five, six...”. Seguiré investigando
Hoy empiezo mi cuaderno con el fervor de un colegial, sirviéndome de mi mejor caligrafía que no es la de antaño, aunque es bastante legible. Estreno un cuaderno nuevo, todo un pequeño acontecimiento. Lo compré ayer y lo elegí entre los varios que me mostró la chica de la papelería. Tiene la misma pauta, parecida a un pentagrama, aunque no tiene la portada emblemática de mis cuadernos de Edelvives . Un barco de amplio velamen con una pluma de ave a modo de mástil y aquella para mí enigmática leyenda: "Con la pluma me abro paso".
Mi letra trata de seguir adaptándose a la fila inferior de las cuatro que forman la pauta. A mí de pequeño, como a los demás de mi edad, me enseñaron a "seguir la pauta", era algo no sólo propio de la escuela sino también más allá de las paredes del colegio. Como era natural, tanta pauta, tanta ley, tantas órdenes generaban al menos una rebeldía interior que procuraba encontrar alguna válvula de escape por donde pudiera encontrar salida. Para mí, entre otras , la principal vía de escape era el juego, me gustaban todos los tipos de juegos, si los enumerara aquí la lista podría ser bastante larga. Aquellos juegos infantiles me permitían salir del cauce estrecho de las ‘pautas’, el juego era mi espacio de libertad y a él me entregaba en cuerpo y alma hasta olvidarme de todo lo demás.
Hoy mismo hablando con una amiga de la infancia y algo más que amiga por teléfono le preguntaba por una cantinela con que las chicas acompañaban el botar de una pelota de goma mientras hacían distintos movimientos de los brazos o un levantar de las piernas para que pasara por debajo la pelota. Los niños normalmente no jugábamos a eso, éramos meros observadores, no tanto porque este juego nos divirtiera sino porque era una ocasión de ver algo más que las piernas de las niñas al levantar su falda. Quizá por eso yo recordaba parte de aquella cantata que acompañaba a su inocente juego y nuestro ‘picaresco’ acompañamiento.Ni ella ni mi hermana a quién también he preguntado por la coplilla se acordaban de aquella ‘letra’ extraña aunque sí les sonaba.
Si me he empeñado en recordarla, además de rescatar aquellas sensaciones con sabor grato a infancia, es que porque quería recuperar una versión más exacta de lo que debía ser una torpe ‘trascripción fonética’ de aquel galimatías en una época donde no estaba tan de moda el estudio de los idiomas. Lo que yo recuerdo de aquella cantinela sonaba más o menos así : “juan tin tuá de li forfa si a de la teverene (hueco)... y terminaba adelitón, miau!”
Mi referencia puede no ser exacta y por eso quería contrastarla con otras versiones, pero resulta que yo recordaba más que las propias protagonistas, pero no renuncio a mi investigación ‘fonética’, porque hay un ligero parecido con la numeración inglesa: “One, two, three, for, five, six...”. Seguiré investigando
Comentarios
Hoy mismo, en una librería que se cierra, he comprado además de un libro de Ortega , uno que se titula 'Los viejos'. Leí en la contraportada una conversación entre dos amiguetes que habían luchado frente a frente y que ahora sentían que la edad les hacía sentirse muy parecidos : " que nos hayamos zurrado y ahora estamos en el mismo bando". La edad había borrado todas sus diferencias artificiales.
¿Ves qué mayor soy? Todo el día 'filosofando':-) Si le preguntas a tu madre por la canción dile que es para un señor mayor que está volviendo a la infancia. Dale un beso de mi parte.