Don UNO y don OTRO al compás

MARCANDO EL PASO

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  • - ¡Vaya, vaya! No le hacía a usted por aquí, don Otro. ¡Qué sorpresa!
  • - ¿Agradable o desagradable?
  • - ¡Qué pregunta! Sabe que siempre es agradable. ¿Y qué le trae por aquí?
  • - Pues mire don Uno, si le soy sincero, me ‘trae’ usted.
  • - Honor que me hace, pero no me sea pelotero y dígame la verdad.
  • - La verdad, verdad, es tan sencilla como esto. Había terminado de arreglar unos asuntos administrativos. No me apetecía ir ni al centro, ni a esas playas abarrotadas de las que usted huye, y me dije, voy a ver si encuentro a don Uno en su ‘caluca’.
  • - Vaya pues me alegro que le haya ‘atraído’ hasta este regato y estas rocas. ¿Qué le parece esto?
  • - Los accesos podrían mejorarlos, y ese regato del que usted habla y que parte la playa en dos podían canalizarlo, pero aparte de eso, la encuentro tranquila y acogedora. Le he visto con su cámara ¿algo interesante?
  • - Pues mire don Otro, estaba observando a ese grupo de jóvenes que ve ahí. Los conozco desde que empezó el verano, bueno conozco a dos, el morenito de pelo afro y el calvo mondo y lirondo.
  • - ¡Ah, sí? ¿Y de qué les conoce?
  • - Son dos monitores de un Centro de Tiempo Libre que tiene su sede en esa casa de guardeses que debe haber usted visto a la entrada de la finca. Todas las semanas empiezan con grupitos nuevos este taller. Debe llamarse algo así como ‘Ritmo y percusión’, porque tan pronto les veo tocando el bongo, el djembe, las maracas, o la pandereta como marcando el ritmo con sus manos.
  • - Vaya, se ve que también usted ha aprendido algo.
  • - Sí, he aprendido algún nombre nuevo porque hace cosa de tres semanas me reencontré con un antiguo alumno que asistía a este taller y el monitor, el calvito, me puso al tanto de algunos nombres de estos instrumentos que yo no conocía.
  • - Pues si le digo la verdad a mi los tantanes tampoco me llaman , no debo ser demasiado salvaje y me maravillan estos hombres y mujeres que parecen que llevan el ritmo en los genes. Estaba observando con qué naturalidad y elegancia se movía el negrito, y lo que le costaba a ese ‘alumno’ que tiene frente a él encontrar la coordinación entre el ritmo de sus manos para que su cuerpo y sus pies las siguieran.
  • - Pues eso mismo estaba yo observando y pensando por qué unas personas , algunas razas, parece que nacieron con ese don y otros somos más torpes. Pienso en las gentes de color ,sólo verles caminar parecen gozar de una coordinación motora especial, o los mismos gitanos que es como si hubieran nacido para la danza y el ritmo. Creo que algo parecido ocurre también con las mujeres que llevan más dentro el sentido del ritmo y el moverse con elegancia.
  • - Es cierto, con las consiguientes excepciones, parece que así es. Aunque también hay hombres que tienen esa fluidez. Si me perdona la pedantería, en este lugar , a estas horas y en verano le diría que la palabra ‘ritmo’, si no recuerdo mal procede del verbo 'ῥεῖν', fluir.
  • - Hablando del ritmo en los hombres, me ha hecho recordar mis tiempos de la mili, a la hora de la ‘instrucción’ . Aquello del ‘un, dos, un dos ;‘izquierdo’ , ‘derecho’ ‘izquierdo...
  • - ¿Y por qué le vienen a usted esos recuerdos? Yo casi me había olvidado...
  • - Es que en cada pelotón siempre había alguno o varios , llamados de ‘piñón fijo’, que eran incapaces de marcar el paso, de coordinar el movimiento de los brazos y las piernas... Y cuando tocaba izquierdo, ellos andaban todavía por el derecho y no eran capaces de seguir el ritmo de la tropa.
  • - O sea que no ‘marcaban el paso’ adecuadamente.
  • - Sí, eso. Y si le digo la verdad, no me parece mal. Porque bastantes pasos hemos tenido que marcar.Empezando en el cole que nos ponían en fila antes de entrar en clase, siguiendo por la mili, haciéndonos marcar el mismo paso, nos han hecho marchar siempre al mismo compás , el del que manda. Recuerdo ahora los versos de Brassens al que la música militar no era la favorita de sus canciones:
« La musique qui marche au pas,
Cela ne me regarde pas.
Je ne fais pourtant de tort à personne,
En n'écoutant pas le clairon qui sonne. »
  • - Yo me sé la versión de Paco Ibáñez, que también se entiende muy bien:
“Que la música militar
Nunca me supo levantar
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado.”
  • Vaya dos, siempre terminamos hablando de la Edad Media.
  • ¡Qué le vamos a hacer ! En peores garitas hemos hecho guardia (risas)

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