La gran ‘fazaña’ de la perrita Douce

Esta mañana mientras yo correteaba por la playa, excavaba hoyos para ocultar mis tesoros a los ojos de los depredadores , dejaba volar mi imaginación de perrita y me sentía vigía y guarda de este retazo de la costa. En mi colegio me habían hablado del desembarco de Normandía y me venían a la memoria aquellos nombres de playas Utha , Omaha...-los americanos siempre bautizando- recordaba haber visto en una peli aquel paracaidista que se quedaba colgado de un árbol en Sainte-Mère-Église, me sentía importante guardando esta playa.

De pronto miro hacia el agua y veo que una especie de extraterrestres surgen de las aguas, remando con sus manos sobre unas planchas de surfing. Abro bien los ojos para cerciorarme de que no estoy soñando y veo que los ‘invasores’ se acercan cada vez más a la playa. No sabía si empezar a ladrar o esperar a ver cuáles eran sus intenciones. Avanzo hasta la orilla y voy descubriendo caras juveniles, casi infantiles algunas, embutidos en sus trajes amarillos y negros de neopreno. Al ver el rostro sonriente de los jóvenes invasores me tranquilizo , pero en el fondo me siento un poco frustrada porque ya estaba dispuesta a defender ‘nuestra’ playa con uñas y dientes...

Una vez en la playa, algo cansados, se sientan sobre la arena o sobre sus tablas. Uno de los ‘jefes’ , algo mayor que el resto, avanza hacia el riachuelo que se forma en la playa y empieza a hacer una ‘presa’.Todos los demás acuden a ver la obra de ingeniería marina, me acerco a otro de los monitores que empieza a acariciarme, yo me pongo a dar vueltas en torno suyo para hacerme la interesante provocándole para que trate de quitarme la pelota de mi boca. Cerca había quedado mi hoyo secreto. De pronto aparece un colega mío , nos miramos, nos saludamos y empezamos a perseguirnos el uno al otro para demostrar a los ‘desentablados’, cómo festejamos nosotros los encuentros.

Así estuvimos un rato, jugando, cuando nos dimos cuenta que ‘invasores’ retornaban a su puerto o al lugar desde donde habían partido, seguramente de las playas cercanas del Sardinero. La playa volvió a su tranquilidad, pero yo había soñado por un tiempo que era la heroína de un supuesto desembarco y una supuesta defensa. La adornaré un poco y esta tarde si me encuentro a mi amigo Naguy, le contaré “La famosa historia de la perrita Douce que defendió heroicamente la playa de los Molinucos”.

Era un diez de agosto de 2006, como puede verse en esta placa que conmemora la heroica gesta

-"¡Douce, despierta!"


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