El barrendero de mi barrio
CRÓNICA VERANIEGA
Hoy quiero hacer un pequeño homenaje al barrendero de mi barrio. Todas las mañanas, a eso de las nueve, puedo oír desde mi rincón su silbido que me anuncia que ya es hora de levantarse. Es mi despertador, y he de decir que me gusta su manera de silbar con un repertorio que va desde canciones de la tierra u otras algo más modernas, aunque su modernez no esté demasiado actualizada. Mi barrendero peina ya canas, tiene el rostro curtido por casi cuarenta años de trabajo al aire libre, pero ni su silbar, ni su gesto muestran amargura, resentimiento o tristeza. El tono de su silbo suena alegre, fuerte y entonado, como si le saliera de dentro, recordando viejas tonadas de tiempos más jóvenes.
El barrendero de mi barrio no necesita auriculares, ni MP3, ni aparatos de radio que le acompañen en su trabajo diario mientras recoge hojas, bolsas de plástico, botellines de refrescos , papeles , hojas publicitarias. Todas esas cosas que nuestra ‘incivilidad’ va tirando al suelo sin pensar, que a la mañana siguiente un señor mayor, que rozará los 60 años tendrá que recogerlo todo ... silbando.
El grupo de jóvenes que frecuenta el barrio ha destrozado las papeleras que había en paseos y jardines, no tiene la sensibilidad ciudadana para pensar en esas cosas. Es la generación del usar y tirar, consumir y arrojar. Eso de cuidar el medio ambiente debe sonarle a cursilerías . Nada como una buena sentada con los amiguetes, bebiendo, fumando, charlando y dejando en bancos o en el suelo los ‘recuerdos’ de su ‘kedada’.
Yo que soy perrita y que hablo con mi barrendero, me acaricia , y quiero entonar mi canto en honor a mi amigo. Buscando cosas sobre él, he sabido que este honrado y alegre operario municipal que deja mi barrio limpio todas las mañanas, tiene hasta ‘himnos’ en Internet y yo se lo voy a entonar. ¿Quieren cantar conmigo? A ver, un , dos, tres ...¡y vamos!
El carro de mi barrendero no tiene campana, porque con su silbido le basta . Esta mañana, mientras tomaba un café, lo dejo ‘aparcado’ delante de mi casa y pude observarlo detenidamente. Se mueve sobre sus dos ruedas con neumáticos y encima un armazón que debe ser de aluminio , muy limpio, con dos grandes cubos de plástico recubiertos por sendas bolsas. Está dotado de una pala y un cepillo y una especie de garfio para recoger hojas y papeles y separando ambos cubos una especie de caja o armario , donde debe guardar otros productos o utensilios.
Este es mi pequeño homenaje de perrita al barrendero de mi barrio. Eso me ha hecho reflexionar para decirle a mi papá, que colabore con mi simpático amigo, ya sabe cómo. Si es necesario repartiré entre mis amigos pegatinas que pongan : “Mantén limpia la ciudad, mantén limpio tu barrio”. DOUCE
by DOUCE
Hoy quiero hacer un pequeño homenaje al barrendero de mi barrio. Todas las mañanas, a eso de las nueve, puedo oír desde mi rincón su silbido que me anuncia que ya es hora de levantarse. Es mi despertador, y he de decir que me gusta su manera de silbar con un repertorio que va desde canciones de la tierra u otras algo más modernas, aunque su modernez no esté demasiado actualizada. Mi barrendero peina ya canas, tiene el rostro curtido por casi cuarenta años de trabajo al aire libre, pero ni su silbar, ni su gesto muestran amargura, resentimiento o tristeza. El tono de su silbo suena alegre, fuerte y entonado, como si le saliera de dentro, recordando viejas tonadas de tiempos más jóvenes.
El barrendero de mi barrio no necesita auriculares, ni MP3, ni aparatos de radio que le acompañen en su trabajo diario mientras recoge hojas, bolsas de plástico, botellines de refrescos , papeles , hojas publicitarias. Todas esas cosas que nuestra ‘incivilidad’ va tirando al suelo sin pensar, que a la mañana siguiente un señor mayor, que rozará los 60 años tendrá que recogerlo todo ... silbando.
El grupo de jóvenes que frecuenta el barrio ha destrozado las papeleras que había en paseos y jardines, no tiene la sensibilidad ciudadana para pensar en esas cosas. Es la generación del usar y tirar, consumir y arrojar. Eso de cuidar el medio ambiente debe sonarle a cursilerías . Nada como una buena sentada con los amiguetes, bebiendo, fumando, charlando y dejando en bancos o en el suelo los ‘recuerdos’ de su ‘kedada’.
Yo que soy perrita y que hablo con mi barrendero, me acaricia , y quiero entonar mi canto en honor a mi amigo. Buscando cosas sobre él, he sabido que este honrado y alegre operario municipal que deja mi barrio limpio todas las mañanas, tiene hasta ‘himnos’ en Internet y yo se lo voy a entonar. ¿Quieren cantar conmigo? A ver, un , dos, tres ...¡y vamos!
Son las 8 de la mañana
ya me voy a trabajar
a darle duro a la escoba
para limpiar la ciudad.
Las inclemencias del tiempo
no me van a detener
el frío, el calor y el aire
no me harán retroceder
El carro puntual ya viene
lentamente caminando
haciendo su recorrido
con la campana sonando
El sistema del servicio
es constante trabajar
para poner la basura
en su debido lugar
No te olvides ciudadano
que trabajo con esmero
no me mires con desprecio
por que soy un barrendero.
El carro de mi barrendero no tiene campana, porque con su silbido le basta . Esta mañana, mientras tomaba un café, lo dejo ‘aparcado’ delante de mi casa y pude observarlo detenidamente. Se mueve sobre sus dos ruedas con neumáticos y encima un armazón que debe ser de aluminio , muy limpio, con dos grandes cubos de plástico recubiertos por sendas bolsas. Está dotado de una pala y un cepillo y una especie de garfio para recoger hojas y papeles y separando ambos cubos una especie de caja o armario , donde debe guardar otros productos o utensilios.
Este es mi pequeño homenaje de perrita al barrendero de mi barrio. Eso me ha hecho reflexionar para decirle a mi papá, que colabore con mi simpático amigo, ya sabe cómo. Si es necesario repartiré entre mis amigos pegatinas que pongan : “Mantén limpia la ciudad, mantén limpio tu barrio”. DOUCE
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