Algo se muere en el alma...
LA 'MUERTE' DE UN LIBRERO
Algo se muere en el alma de la ciudad cuando una librería se cierra. César Peña Pérez está poniendo el cartel de LIGUIDACIÓN en el escaparate de su librería . Echa el cierre después de 44 años destrás del mostrador.En breve, su local de la comercial calle San Francisco abrirá a sus puertas quizá a un comercio de moda, de zapatos o se sumará a la lista de los 250 bares que llenan el centro, y ya no serán 2 librerías las que iluminen un poco ese espacio, sino una.
Se jubila entre resignado y deseoso de descanso, de alegrarse la vida sentado en cualquiera de sus "bancos" - sonriendo, se dice poseedor de varios 'bancos'-.Deja la librería , pero no deja los libros que además de vivir, le han permitido hacer amigos en charlas con los clientes habituales, hablando de libros y de autores. Muere uno de los últimos mohicanos, para abrir paso al pataleo de los caballos de las Grandes Superficies, esos sitios donde se amontonan los libros como si de televisores, frigorifícos, lavadoras, ordenadores, lavavajillas se tratara. Exponiendo el libro como un 'producto' más, con su lista de 'best sellers', sin un solo encargado que haya leído algo, que ame los libros, que aconseje. 'Muere' un librero más de los últimos románticos.
En estos grandes centros no existen libreros que amen los libros, que sepan orientarte.Los libros también vienen con su fecha de caducidad como si se tratara de algún producto de febrero. César recuerda , no sé si con nostalgia, los tiempos aún no demasiado lejanos en que la 'vida' de un libro en librería alcanzaba los 7 u 8 meses. Hoy, un mes es suficiente para que las 'novedades' se devuelvan a la editorial para que otro "TOP 10" ocupe los módulos de privilegio.
Se editan cada vez más libros, pero eso no garantiza que sea lea más y sobre todo mejor. Cuando el periodista le pregunta : " Si viera a un chaval de 18 años lo llevaría al médico? Sonríe y entre irónico y decepcionado cuenta el caso de aquella señora que entró en la librería con un chico que escogió un par de libros. La señora comentaba " ¡Este niño es un monstruo, cuando no está jugando, está leyendo!" El periodista hace alusión al precio de los libros y Peña le responde como quien oye una vez más el fácil argumento. "No mucho más caro de dos cervezas y dos pinchos"
Esto me recuerda el caso de un alumno que he tenido este año. Empezó septiembre , es más o menos normal, se presentaba en clase si en el libro. Pasaban los días y los días que aparecía por clase seguía sin traer el libro. Llegó el momento en que 'amenacé' en no admitirle si no venía con el libro de texto. La respuesta era que su madre no quería comprarle el libro porque 'eran muy caros'. El muchacho por supuesto, tenía su móvil, sus zapatillas deportivas de marca , aparte de otros artilugios musicales que yo no viera y no parecía de los que se pasaran los fines de semana en casa.'Los libros son caros, pero no es el abono para ser aficionado del Racing o de cualquier otro equipo, para gastarse de 30 a 50 euros los fines de semana...
La charla va discurriendo por otros derroteros , pasamos por los años 60 cuando aún las mejores editoriales eran argentinas o mejicanas,encuentra injusto que hoy no se venda a Cela, a Ignacio Aldecoa o a mujeres como Carmen Martín Gaite o Josefina Aldecoa. Recuerda los tiempos en que vendía muchos 'capitales' y que en los últimos 15 años no ha vendido ninguno. Habla de los tiempos en que se las arreglaba para pasar traer libros incontrables en España y los vendía. Es la historia de más de 40 años viviendo entre libros, en ese mundo tan rico, tan complejo , ten mercantilizado hoy.
En la conversación deja caer algunas frases que no voy a comentar, porque sin duda son interpretables, y cada uno hablará desde su experiencia...
" Leer te complica la vida. Aquello que decían los jesuítas de que no era bueno que la gente supiera demasiado porque eso preocupa y se es menos feliz... Pero entonces sería más feliz el más tonto del lugar..."
"Leer me produce satisfacción, lo que no quiere decir que seas más feliz"
Algo se muere en el alma de la ciudad cuando una librería se cierra. César Peña Pérez está poniendo el cartel de LIGUIDACIÓN en el escaparate de su librería . Echa el cierre después de 44 años destrás del mostrador.En breve, su local de la comercial calle San Francisco abrirá a sus puertas quizá a un comercio de moda, de zapatos o se sumará a la lista de los 250 bares que llenan el centro, y ya no serán 2 librerías las que iluminen un poco ese espacio, sino una.Se jubila entre resignado y deseoso de descanso, de alegrarse la vida sentado en cualquiera de sus "bancos" - sonriendo, se dice poseedor de varios 'bancos'-.Deja la librería , pero no deja los libros que además de vivir, le han permitido hacer amigos en charlas con los clientes habituales, hablando de libros y de autores. Muere uno de los últimos mohicanos, para abrir paso al pataleo de los caballos de las Grandes Superficies, esos sitios donde se amontonan los libros como si de televisores, frigorifícos, lavadoras, ordenadores, lavavajillas se tratara. Exponiendo el libro como un 'producto' más, con su lista de 'best sellers', sin un solo encargado que haya leído algo, que ame los libros, que aconseje. 'Muere' un librero más de los últimos románticos.
En estos grandes centros no existen libreros que amen los libros, que sepan orientarte.Los libros también vienen con su fecha de caducidad como si se tratara de algún producto de febrero. César recuerda , no sé si con nostalgia, los tiempos aún no demasiado lejanos en que la 'vida' de un libro en librería alcanzaba los 7 u 8 meses. Hoy, un mes es suficiente para que las 'novedades' se devuelvan a la editorial para que otro "TOP 10" ocupe los módulos de privilegio.
Se editan cada vez más libros, pero eso no garantiza que sea lea más y sobre todo mejor. Cuando el periodista le pregunta : " Si viera a un chaval de 18 años lo llevaría al médico? Sonríe y entre irónico y decepcionado cuenta el caso de aquella señora que entró en la librería con un chico que escogió un par de libros. La señora comentaba " ¡Este niño es un monstruo, cuando no está jugando, está leyendo!" El periodista hace alusión al precio de los libros y Peña le responde como quien oye una vez más el fácil argumento. "No mucho más caro de dos cervezas y dos pinchos"
Esto me recuerda el caso de un alumno que he tenido este año. Empezó septiembre , es más o menos normal, se presentaba en clase si en el libro. Pasaban los días y los días que aparecía por clase seguía sin traer el libro. Llegó el momento en que 'amenacé' en no admitirle si no venía con el libro de texto. La respuesta era que su madre no quería comprarle el libro porque 'eran muy caros'. El muchacho por supuesto, tenía su móvil, sus zapatillas deportivas de marca , aparte de otros artilugios musicales que yo no viera y no parecía de los que se pasaran los fines de semana en casa.'Los libros son caros, pero no es el abono para ser aficionado del Racing o de cualquier otro equipo, para gastarse de 30 a 50 euros los fines de semana...
La charla va discurriendo por otros derroteros , pasamos por los años 60 cuando aún las mejores editoriales eran argentinas o mejicanas,encuentra injusto que hoy no se venda a Cela, a Ignacio Aldecoa o a mujeres como Carmen Martín Gaite o Josefina Aldecoa. Recuerda los tiempos en que vendía muchos 'capitales' y que en los últimos 15 años no ha vendido ninguno. Habla de los tiempos en que se las arreglaba para pasar traer libros incontrables en España y los vendía. Es la historia de más de 40 años viviendo entre libros, en ese mundo tan rico, tan complejo , ten mercantilizado hoy.
En la conversación deja caer algunas frases que no voy a comentar, porque sin duda son interpretables, y cada uno hablará desde su experiencia...
" Leer te complica la vida. Aquello que decían los jesuítas de que no era bueno que la gente supiera demasiado porque eso preocupa y se es menos feliz... Pero entonces sería más feliz el más tonto del lugar..."
"Leer me produce satisfacción, lo que no quiere decir que seas más feliz"
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