Tiempo de Elegías
MIGUEL HERNÁNDEZ /PASCUAL PLA Y BELTRÁN
Ayer, al releer a García Lorca, con motivo del setenta aniversario de su muerte, como particular y silencioso homenaje, me topé con un viejo libro de ‘mítica’ editorial Losada de Buenos Aires en la que allá por los sesenta encontrábamos títulos o autores que en España no se prodigaban. Su simple formato, su logotipo, una L mayúscula junto a una rama de árbol que recordaba al viejo símbolo de la francesa Larousse con otra L similar y unas semillas que se esparcían bajo el lema “ Siembro a los cuatro vientos”, me han traído un ligero aroma de juventud algo lejana.
El libro en cuestión era una antología de Miguel Hernández y dentro había guardado una hoja fotocopiada de cuatro “Sonetos desesperados” de otro poeta levantino, mucho menos conocido que Miguel, llamado Pascual Plá y Beltrán, fechados en 1927. No me gustan nada esos profundos y sesudos estudios académicos con que mentes eruditas tratan de desentrañar orígenes, coincidencias, detalles mínimos en los que emplean horas de trabajo para justificar la labor ‘investigadora’ de su cátedra. Siempre he odiado estos trabajos, cuyo valor no quiero juzgar, pero para mí, nada comparable con esa sensibilidad que algunos poseen para degustar y saborear las propias obras. La emoción se siente aunque no se sepa analizar dónde crecen raíces.
No quisiera yo caer en ese error, si ello me privara de sentir todo la emoción y toda la belleza que sea capaz de extraer de la lectura de un poema. Lo que sí me ha llamado la atención es cierto paralelismo entre uno de los sonetos de Plá y la conmovedora Elegía que Miguel escribió al conocer la muerte de su ‘compañero del alma’ Ramón Sijé (cuyo verdadero nombre era José Marín). Que Miguel debía conocer la poesía de Plá es más que probable porque precisamente requiere de Neruda algunos poemas para la revista que dirige el hermano de ‘Sijé’, Gabriel Marín y que curiosamente lleva el nombre de “Silbo”, nombre que recogería Miguel en su libro de poemas “El silbo vulnerado” (1934). En ese entorno figuran también nombres como el de Rafael Duyos y Pascual Pla y Beltrán.
Pero más allá de las coincidencias temporales y geográficas, encuentro cierto paralelismo entre el tono , las imágenes y expresiones del soneto de Plá y la Elegía de Miguel. El poema dedicado a Ramón Sijé es archiconocido y siempre conmovedor, el soneto y la obra de Pascual no tanto. La transcribo porque su lectura también es igualmente emotiva:
Hasta aquí el soneto. La Elegía de Miguel , por conocida, no la transcribiré entera. Pero después de leer este soneto, parecería que el ritmo, las imágenes , algunas expresiones se encuentran muy cercanas y transmisoras de una misma emoción: dolor de ausencia.
La Elegía comienza haciendo alusión también , en este caso, a un ‘compañero’ entrañable:
Parecidos “Quiero”
Ayer, al releer a García Lorca, con motivo del setenta aniversario de su muerte, como particular y silencioso homenaje, me topé con un viejo libro de ‘mítica’ editorial Losada de Buenos Aires en la que allá por los sesenta encontrábamos títulos o autores que en España no se prodigaban. Su simple formato, su logotipo, una L mayúscula junto a una rama de árbol que recordaba al viejo símbolo de la francesa Larousse con otra L similar y unas semillas que se esparcían bajo el lema “ Siembro a los cuatro vientos”, me han traído un ligero aroma de juventud algo lejana.
El libro en cuestión era una antología de Miguel Hernández y dentro había guardado una hoja fotocopiada de cuatro “Sonetos desesperados” de otro poeta levantino, mucho menos conocido que Miguel, llamado Pascual Plá y Beltrán, fechados en 1927. No me gustan nada esos profundos y sesudos estudios académicos con que mentes eruditas tratan de desentrañar orígenes, coincidencias, detalles mínimos en los que emplean horas de trabajo para justificar la labor ‘investigadora’ de su cátedra. Siempre he odiado estos trabajos, cuyo valor no quiero juzgar, pero para mí, nada comparable con esa sensibilidad que algunos poseen para degustar y saborear las propias obras. La emoción se siente aunque no se sepa analizar dónde crecen raíces.
No quisiera yo caer en ese error, si ello me privara de sentir todo la emoción y toda la belleza que sea capaz de extraer de la lectura de un poema. Lo que sí me ha llamado la atención es cierto paralelismo entre uno de los sonetos de Plá y la conmovedora Elegía que Miguel escribió al conocer la muerte de su ‘compañero del alma’ Ramón Sijé (cuyo verdadero nombre era José Marín). Que Miguel debía conocer la poesía de Plá es más que probable porque precisamente requiere de Neruda algunos poemas para la revista que dirige el hermano de ‘Sijé’, Gabriel Marín y que curiosamente lleva el nombre de “Silbo”, nombre que recogería Miguel en su libro de poemas “El silbo vulnerado” (1934). En ese entorno figuran también nombres como el de Rafael Duyos y Pascual Pla y Beltrán.
Pero más allá de las coincidencias temporales y geográficas, encuentro cierto paralelismo entre el tono , las imágenes y expresiones del soneto de Plá y la Elegía de Miguel. El poema dedicado a Ramón Sijé es archiconocido y siempre conmovedor, el soneto y la obra de Pascual no tanto. La transcribo porque su lectura también es igualmente emotiva:
Penetraré en tu muerte, compañera.
Espérame, que voy desesperado.
Si todo lo vivido ha terminado,
quiero activar el fuego de esta hoguera.
Quiero tener tu corazón de cera.
Quiero besar tu corazón helado.
Quiero cavar la tierra lado a lado.
Quiero tenerte amor hasta que muera.
Quiero darle la razón a mi locura.
Quiero que tu materia, que vi inerte,
vuelva a la gracia, torne a la hermosura.
Socavaré la tierra hasta tenerte,
hasta cubrir de amor tu sepultura.
Tu ausencia, amor, me llevará a la muerte.
Hasta aquí el soneto. La Elegía de Miguel , por conocida, no la transcribiré entera. Pero después de leer este soneto, parecería que el ritmo, las imágenes , algunas expresiones se encuentran muy cercanas y transmisoras de una misma emoción: dolor de ausencia.
La Elegía comienza haciendo alusión también , en este caso, a un ‘compañero’ entrañable:
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano
Parecidos “Quiero”
Quiero escarbar la tierra con los dientes,El mismo deseo final desesperado:
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,Hasta aquí dos poemas que me gustan , si las semejanzas no existieran no me importaría nada, ni temería por mi prestigio de exégeta, título que no pretendo. Lo que de verdad me apetecía era saborear ambos poemas al ‘unísono’.
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
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