Cine de barrio
LA BRIGADA VERDE
Así se presentaba esta mañana cuando alguien, unos ojos, una cámara interior iba encuadrando el pequeño ‘ejército verde’ municipal que estaba segando la hierba que con las últimas lluvias había crecido demasiado. El ‘cámara’ iba a su rutina diaria , la compra del pan y del periódico. Los cinco hombres que componían la brigada verde disponían de distintas ‘armas’ para su particular campaña de limpieza y siega: un pequeño tractor-segadora, una camioneta para la recogida de hierbas y hojas, dos segadoras de ruedas y una de mango largo para el recorte de los bordes. El que la maneja es un hombre alto, flaco, muy moreno y porta unas grandes gafas verdes para protegerse del polvo y de las briznas de hierba que saltan cuando desde su mango teleguía las aspas de su máquina va perfilando los bordes. Detrás de ese hombre que acopla a sus hombros y su espalda el arnés que sujeta su máquina, hay un rostro enjuto, serio, casi triste que debe pensar en mil cosas mientras realiza su trabajo.
Antes, alguien tiene que haber recogido, no sé cómo, todas las bolsas de plástico, las latas de cerveza , las bolsas de gusanitos y mil chucherías más que esos cuatro jóvenes de veintitantos años han dejado en el suelo, ayer, anoche, esta mañana, quizá hace más tiempo. Ahora están ahí, cerca, fumando, charlando despreocupadamente, sin mirar siquiera a los que limpian. Su vestimenta es moderna , pantalones bermuda blancos , pantalones cortos o largos, camisas negras o de varios colores, chanclas o zapatos deportivos. Visten bien, no en vano sus padres se ganan la vida con sus furgonetas vendiendo toda clase de ropa y calzado en todos los mercadillos que tienen lugar en la capital o los pueblos aledaños. A juzgar por su atuendo y el tiempo que dedican al ocio, viven quizá más desahogadamente que estos hombres ya maduros, varios de ellos superando los cincuenta y tantos, con su menguado sueldo municipal.
Uno de los más jóvenes de la brigada, de unos cuarenta años, con su aspiradora va empujando las hojas caídas de los árboles circundantes, plátanos, fresnos, cipreses... para hacer con ellas un montón que luego recogerán en la pequeña furgoneta tipo Isocarro. Al pasar, el ‘cameraman’ le saluda y por decir algo :
- “¿Dispara bien la escopeta?” , le dice ,con el ánimo de acercarse un poco a él
La pregunta no debe haber sido muy oportuna, es probable que él no encuentre tan divertidos sus disparos y puede ser que no haya interpretado bien la intención del paseante. Lo cierto es que responde con un gesto que no sé sabe si es de complicidad o de ligero rechazo. El ‘ocurrente’ se da cuenta, y sigue su camino hacia la panadería.
Es la segunda pequeña escena de su película. Allí , mientras la dueña busca los panes que ha pedido, mantiene una pequeña conversación con una clienta que aparece con su perro por la puerta:
- ¿Sabes cómo se hace la tarta de queso?, pregunta la recién llegada a la panadera.
- UHF! Hace mucho que no la hago, no tengo idea ahora de la cantidad ni de los ingredientes.
- Yo sabía hacerla, pero hace tanto tiempo también que no la hago...
- Por aquí suele pasar una señora que la hace muy bien, pero a la hora que es, no creo que hoy aparezca por aquí...
La panadera devuelve al cliente los 80 céntimos de los dos euros que le ha dado para pagar los dos panes. Sale de la tienda pensando que cada cual tiene sus pequeñas ocupaciones y deja a las señoras charlando sobre la famosa tarta . Piensa para sí, que hace unos días, él consultó en Internet los ingredientes y cantidades que tenía la famosa tarta, ésta con arándanos. Pero quizá la señora del perro, prefiera la receta de una amiga porque seguramente le sale mejor la tarta.
THE END
Comentarios
nice to meet u
from India