Douce, a las once
Estamos los dos , solos,
en la mejor de las compañías.
Nos acompaña la soledad,
la noche que se acuesta
detrás de la ventana.
Apenas se oye la luna,
las olas del mar de la mañana
están lejos. Quizá duerman
o dejan tan sólo
que la luna las arrulle.
No nos oye nadie,
sólo nosotros nos oímos.
Tú, ahí, fingiendo que duermes
pero en guardia.
Atenta a cualquier ademán
a cualquier señal mía
que te indique.: “¡vamos!”
Porque siempre estás
dispuesta a seguirme...
A cualquier sitio,
a cualquier hora,
de cualquier manera.
Solos. Pero juntos.
en la mejor de las compañías.
Nos acompaña la soledad,
la noche que se acuesta
detrás de la ventana.
Apenas se oye la luna,
las olas del mar de la mañana
están lejos. Quizá duerman
o dejan tan sólo
que la luna las arrulle.
No nos oye nadie,
sólo nosotros nos oímos.
Tú, ahí, fingiendo que duermes
pero en guardia.
Atenta a cualquier ademán
a cualquier señal mía
que te indique.: “¡vamos!”
Porque siempre estás
dispuesta a seguirme...
A cualquier sitio,
a cualquier hora,
de cualquier manera.
Solos. Pero juntos.
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