Tristeza
TRISTEZA DE AMORES
Quizá no se lo crean, pero el Náufrago quería terminar esta jornada ‘reflexiva’ con un mensaje que supiera a un leve optimismo, a entreabrir una puerta a la ilusión y la esperanza. Imaginar que esto – me refiero al clima de nuestra convivencia como pueblo y ciudadanos – iba a ser algo mejor a partir de mañana, ganase quien ganase. Estaba tratando de engañarme a mí mismo lo sé, pero quería hacerme el regalo de esa ilusión.
Oía palabras como UNIDAD, respeto y cosas de ésas, pero adivinaba que eran sólo eso, ‘palabras’. Debajo adivinaba las mismas ganas de ‘revancha’: “¡Toma, chúpate ésa!”. Ni siquiera el cadáver aún caliente de Isaías, servía para fingir que se guardaban las formas. Seguían pasándose ‘facturas’, delante del cadáver, ¡ay!, de otra muerte dolorosamente inútil… (Que conste, que aún hay cosas que el Náufrago ha visto y oido y se calla, por respeto a ese muerto). La ‘falsa unidad’ no sé si siquiera esperará al lunes, cuando terminen las ‘manifestaciones de duelo’ por Isaías. ¡Ay, Isaías, qué incomprensiblemente absurda puede resultar tu muerte!
Mi tristeza aumentó, cuando tuve la mala idea de echar un vistazo a La Marea de Pérez Henares. En su ‘post’: “Por la sangre”, no había ‘reflexiones’, sino que se gritaba a voces lo que estaba pasando. Les aseguro que el Náufrago perdió la poca esperanza que le quedaba, leyendo los comentarios. No puede reproducirlos. Son tristemente las voces de un pueblo que vuelve a las andadas.
Así que como único consuelo, decidió refugiarse en aquella canción de Hilario Camacho en la serie de televisión “Tristeza de amor” y recordar a la cálida Concha Cuetos y al entrañable Alfredo Landa. Eran tiempos pasados, 1986, casi néofitos en esto de tratar de olvidar, y ‘pasar página’. Estaban menos a flor de piel los viejos rencores. Somos un poco más ricos en bienes y mucho más pobres en comprensiones.
El Náufrago se dormirá esta noche oyendo aquello de: “Tristeza de amor/ un juego cruel / jugando a ganar / has vuelto a perder”
Quizá no se lo crean, pero el Náufrago quería terminar esta jornada ‘reflexiva’ con un mensaje que supiera a un leve optimismo, a entreabrir una puerta a la ilusión y la esperanza. Imaginar que esto – me refiero al clima de nuestra convivencia como pueblo y ciudadanos – iba a ser algo mejor a partir de mañana, ganase quien ganase. Estaba tratando de engañarme a mí mismo lo sé, pero quería hacerme el regalo de esa ilusión.Oía palabras como UNIDAD, respeto y cosas de ésas, pero adivinaba que eran sólo eso, ‘palabras’. Debajo adivinaba las mismas ganas de ‘revancha’: “¡Toma, chúpate ésa!”. Ni siquiera el cadáver aún caliente de Isaías, servía para fingir que se guardaban las formas. Seguían pasándose ‘facturas’, delante del cadáver, ¡ay!, de otra muerte dolorosamente inútil… (Que conste, que aún hay cosas que el Náufrago ha visto y oido y se calla, por respeto a ese muerto). La ‘falsa unidad’ no sé si siquiera esperará al lunes, cuando terminen las ‘manifestaciones de duelo’ por Isaías. ¡Ay, Isaías, qué incomprensiblemente absurda puede resultar tu muerte!
Mi tristeza aumentó, cuando tuve la mala idea de echar un vistazo a La Marea de Pérez Henares. En su ‘post’: “Por la sangre”, no había ‘reflexiones’, sino que se gritaba a voces lo que estaba pasando. Les aseguro que el Náufrago perdió la poca esperanza que le quedaba, leyendo los comentarios. No puede reproducirlos. Son tristemente las voces de un pueblo que vuelve a las andadas.
Así que como único consuelo, decidió refugiarse en aquella canción de Hilario Camacho en la serie de televisión “Tristeza de amor” y recordar a la cálida Concha Cuetos y al entrañable Alfredo Landa. Eran tiempos pasados, 1986, casi néofitos en esto de tratar de olvidar, y ‘pasar página’. Estaban menos a flor de piel los viejos rencores. Somos un poco más ricos en bienes y mucho más pobres en comprensiones.
El Náufrago se dormirá esta noche oyendo aquello de: “Tristeza de amor/ un juego cruel / jugando a ganar / has vuelto a perder”
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