Lola

A medida que nos vamos haciendo ‘modernos', nos vamos alejando de nuestras ‘profundidades’. Pero quizá sea eso: las ‘profundidades’ de unos pocos, que cada vez, ley de vida, van siendo menos pocos, para dejar paso a los ‘nuevos’. Viene esto a cuento porque hoy, el Náufrago pensó que era un viernes especial. Miró en los calendarios que tenía a mano. Eran tres, uno de ellos saharaui. Los otros dos eran ‘cristianos’, quiero decir españoles, de esos que todavía ponen el nombre las festividades o el santoral del día. Quería ver cómo lo denominaban y sólo vio “Sta. Matilde, reina”, cuya historia desconoce.

El Náufrago, que es de antaño, recordaba vagamente que el viernes anterior a la Semana Santa, se llamaba ‘Viernes de Dolores’. No sabe exactamente por qué. Quizá para preparar los ánimos de los ‘dolores’ que tiñen esa Semana, o quizá, más probablemente, para honrar a esa Virgen dolorida de antemano por lo que iba acontecer. Sea cual sea el motivo, no interesa a los efectos sobre los que este Náufrago tan raro quiere elucubrar.

Si hoy pensaba en este viernes de los/las Dolores, es porque quería felicitar a sus Lolas. Y mientras lo hacía, pensaba que quizá ese nombre de Dolores que deriva en Lola desconoce si se encuentra en otros países que no tengan una raíz hispana. Los dolores, la muerte, el sufrimiento, la pasión (la del dolor y la del apasionamiento), son propios de esta tierra otrora seca y adusta. Lola, como Carmen, le suenan al Náufrago como nombres de mujer, intensamente hispanos (dejemos las ‘Lolitas’ para los Navokovs).

Lola y Carmen son como prototipos de una determinada imagen de mujer española y, si apuramos un poco más, del hondo sur. Son dos nombres raciales, de mujer brava, de grandes pasiones y enormes soledades. Es la Lola de Manuel Machado: ‘la Lola que se va a los puertos y deja a la Isla sola…’ “¿Y esta Lola quién será?/que así se ausenta dejando/ la Isla de San Fernando/ tan sola cuando se va…? Es la Lola de León y Quiroga que reclama que le llamen por su nombre: “No me llames Dolores, / llámame Lola / que ese nombre en tus labios / sabe a amapola, /sabe a amapola.”

El Náufrago no sabe cuántas ‘Lolas’ nuevas se inscriben ahora en los registros de civilidad. En la ‘moderna’ España le suenan más las: Tamara, Lydia, Noemí, Jessica, Jennifer, Tatiana, Estefanía, Tania, Elizabeth, con sus Chenoas y Shakiras.

Se nos van las Lolas de las flores a otros puertos, nos quedan menos Cármenes de España, y no las de Merimé. No somos ya la España de los/las Dolores. Ya no nos duele el hambre, la miseria, ni siquiera el amor, ni el alma. Nuestro dolor ya no tiene nombre. Por no saber, quizá no sepamos ni lo que nos duele. ¡Tenemos tantas ‘cosas’!

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Se me ponen "los pelos de gallina" y las carnes como "escarpias". ¡Ah! ¿que no era así?

Ahora en serio, es una de esas canciones con mucho recuerdo, y muy intenso además, de mi infancia, de mi padre canturreándola, de niños criados al aire y al sol, de mi bariio..........

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