Por una muerte digna

"Euthanasie: le mystère sur la mort de Chantal Sébire reste entier"

Así recogían hoy los periódicos la muerte de la maestra Chantal Sébire cuyo caso ha suscitado todo tipo de opiniones en Francia ante el rechazo a la eutanasia que solicitaba en su deseo de " mourir dans la dignité". Ahora el debate se ha trasladado a las circunstancias de su muerte. Al Náufrago no le importa la forma cómo haya muerto Chantal, sino recoger un testimonio que le ha emocionado profundamente, por su coraje, su entereza, su lucha por la vida hasta desear la muerte.

El Náufrago no quiere añadir nada más. Ha traducido para sí y para quien quiera leerla, esta crónica de la agencia AFP. Seguirá pensando durante mucho tiempo sobre esto.

- Adoraba a Bob Marley, a Marc Lavoine y la ‘Sonata a la luz de la luna’, quería " marcharse dignamente" acompañada por sus tres niños y " de un poema de Louis Amade”.

Chantal Sébire se apagó el miércoles, a la edad de 52 años, en su domicilio de Plombières-les-Dijon, tres semanas después de haber lanzado un grito de socorro a través de los medios de comunicación " para morir dignamente", tener derecho a una eutanasia.

"Vivía al 200 % la vida, tenía proyectos hasta mis 100 años, a los 50 años empezaba de nuevo estudios y quería alcanzar un DESS ", había confesado el 26 de febrero en su apartamento próximo del canal de Borgoña.

Sufría de hemorragias nasales desde el 2000, este ex maestra supo dos años más tarde que padecía de un estesioneuroblastoma, un tumor evolutivo de los senos y de la cavidad nasal. Una enfermedad muy rara - Sólo 1.000 casos se conocen en el mundo desde hace 20 años- , "incurable" y cuya evolución provoca una deformación espectacular e irreversible de la cara, así como "atroces" sufrimientos.

- “Perdí el olfato y el gusto, luego el tumor se extendió dejándome sin mandíbulas, antes de atacar las órbitas de los ojos. Perdí la vista en octubre de 2007 ", había explicado.

- “Es duro, es muy duro no ver ya las cosas ", había insistido, añadiendo que esto no le impedía sin embargo seguir " saludando cada mañana al pato que canta en el canal ".

Y luego Chantal Sébire había hablado de dolores de los que sufría " día y noche”. De este "taladro" que le " perforaba el cráneo", de esos " pinchazos que entraban en (su) ojo ", de un modo " intenso durante seis o siete segundos " y que podían repetirse " durante 3 ó 4 horas”. Dolores que calmaba sólo con " aspirina simplemente " porque no soportaba la morfina.

- “Llegué hasta el límite de lo soportable ", luchando por una eutanasia activa con el fin de " morir dignamente ".

- “Luché durante siete años con mis hijos, no quiero que este tumor tenga la última palabra, quiero poder celebrar la última vez con ellos, con mis amigos, con el doctor (Manuel Debost, el médico que la trataba) y, al amanecer, quiero dormirme en la serenidad ", había dicho.

Para lograr su última voluntad, Chantal había afirmado tener preparadas " las invitaciones al tanatorio ", redactadas así: " Me voy en mi último viaje al país del amor y de la serenidad, con Vincent, Virginia y Matilde (sus hijos). Están invitados a venir para compartir la copa de la amistad”.

Como último equipaje, la Sra. Sébire deseaba llevarse las canciones de Bob Marley y de Marc Lavoine, la Sonata a la luz de la luna de Beethoven y un poema de Louis Amade, libretista de Edit Piaf y de Gilbert Bécaud, titulado " La flor que habla”.
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La fleur qui parle

J’ai découvert la fleur qui parle
dans un grand champ de romarin
pas très loin de la route d’Arles
il était très tôt le matin.

Une pierre presque violette
la soutenait comme un écrin
elle perdait un peu la tête
et moi aussi, le crois bien.


Elle m'a dit de jolies choses
et des mots tellement petits
que passereaux et passe-roses
étaient comme les ombellies.


[...]

Alors j'avais tant de vacances
à écouter parler ma fleur
que mon silence de silence
peut-être un instant lui fit peur.

Et j'ai perdu la fleur qui parle
dans le grand champ de romarin
pas très loin de la route d'Arles
un peu de terre entre les mains.
Louis Amade


He descubierto la flor que habla
en un campo de romero
no lejos de la carretera de Arles

era muy temprano por la mañana


Un piedra casi violeta

la sostenía como un cofre

perdía un poco su cabeza
(se estaba volviendo un poco loca)
y yo también, creo

Me dijo cosas hermosas

y palabras tan leves

que pájaros y malvarrosas

eran como umbelas


...


Tenía tantas vacaciones

para escuchar la voz de mi flor

que mi silencio de silencio

quizá por un momento le dio miedo

Y perdí mi flor que hablaba

en el campo de romero

no lejos de la carretera de Arles

con un poco de tierra en mis manos



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