El voto 'secreto' de Douce

Serían las once de la mañana cuando fui con mi papá al colegio electoral. Por cierto el “Gerardo Diego” me resulta familiar, no sólo porque estudiaron en él mis ‘chicos’ - me refiero a los que me trajeron a esta casa – sino porque a menudo vamos a pasear por sus aledaños. Me gusta, porque hay cantidad de rincones donde oler.

Yo ya llevaba mi voto preparado. No se lo digáis a nadie, porque es secreto, pero yo he votado a la UCL (Unión Canina Liberal). Estoy segura de que vamos a arrasar. Nosotros no necesitamos ni mítines, ni vallas publicitarias, ni debates. Nuestra ‘política’ la practicamos cada día. Estamos al servicio del pueblo, no hacemos distinción entre pobres y ricos. Si alguna predilección tenemos es por los que viven en la calle, tocando la guitarra, o simplemente confiando a que alguien deposite unos euros. Ni siquiera les preguntamos si esos euros los dedican a comprarse un bocadillo o a comprarse una litrona para olvidarse de todo, menos de nosotros. Somos los únicos que les comprendemos. Sé que ellos también nos votarán , aunque a algunos ni les es permitido votar, porque no están ‘censados’ en ninguna parte.

Ya sé que esa ‘política’ de la fidelidad al pobre, al que no tiene techo, al borrachín que no tiene otra forma de hacerle trampas a la vida, no va con ninguno de los otros partidos , por muy ‘progres’ que se proclamen. Eso es sólo de piquillo. Los que de verdad estamos al lado de los que más lo necesitan somos nosotros y no vamos por las emisoras y las redacciones, loe estudios o la calle proclamándolo. Nuestra política no está hecha de eslóganes, zancadillas, promesas vacías, rencores y cosas por el estilo…

Pero con este discurso me he olvidado de lo ‘anecdótico’. Mi voto, ‘nuestro’ voto. Yo llevaba mis papeletas preparadas desde casa. Mi papá, como es más despistado, tuvo que escogerlas de la mesa. Había muchos montones. No le pregunté qué papeletas escogía. A pesar de que nos queremos, respetamos nuestros gustos políticos. Mientras yo olisqueaba por los alrededores, él andaba a la búsqueda y captura de un boli, porque ni eso había traído ¡…Calamidad! Por fin, un señor, de su quinta más o menos, le dejó su boli y pudo ‘crucificar’, quiero decir marcar con una cruz, a sus elegidos. Por la cara que ponía, no le notaba yo muy entusiasmado que digamos, me daba la impresión que lo hacía tapándose un poco la nariz y los ojos… ¡Estos humanos cada vez confían menos en ellos mismos! Sin embargo nosotros lo tenemos muy claro, no hay grandes divisiones. Sólo excluimos de nuestras listas aquellos que van de matones o hacen daño a los niños. Pero la culpa no es suya, sino de los dueños que no han sabido educarles.

Le dejé que votara y luego estuvimos ‘redescubriendo’ el entorno. Como soy muy observadora, le pregunté que por qué a esa hora, sólo había matrimonios de mediana edad o algo más mayores, y señores o señoras de edad provecta. Quise saber si los jóvenes no votaban, porque casi no vi a ninguno. Mi papá me dijo que es que los que votan lo hacen a otras horas más ‘adecuadas’ para ellos. Yo le hice una propuesta ‘democrática’ (cuestión de ganar votos). Le dije, que si accedemos al gobierno, reservaremos un espacio horario para ellos, cuando se cierren los colegios para los demás ciudadanos. Propondremos el ‘Búho-voto’.

¡Genial, Douce!, me dijo. Me parece una brillante idea… muy ‘progresista’.

Comentarios

Entradas populares