Douce pide cuentas

PAPÁ, LLÉVAME AL CIRCO

Vamos a ver, no sé si es que mi papá me tiene mal acostumbrada o es que de verdad hay días que se pasa. Normalmente acepto con naturalidad que haya días en los que se ocupe algo menos de mí y con un paseo de alivio, vale. Pero hoy creo que se ha pasado un poco y me he sentido como esas mujeres que comentan con sus amigas que su marido no piensa más que en el fútbol e irse a tomar cañas con los amigos, y no las ‘sacan’. Yo esa fase la tengo superada, porque aunque perrita, soy comprensiva y soy bastante autosuficiente para no depender de las veleidades de nadie. Ni siquiera de las de mi papá. Pero hoy me he sentido perrita ‘objeto’ de abandono e indiferencia, por parte de mi pareja, en este caso mi papá.

Esta mañana con sacarme unos minutos para satisfacer mis olores y demás necesidades, se las piró no sé adónde y me dejó con las ganas de un paseo sabatino. Por la tarde lo mismo, con el pretexto que se iba al circo, a ver eso de ‘¡Piratas Piratas!’ me ha tenido toda la santa tarde en casa. Y me pregunto yo, por tocarle ciertas partes más que nada, ¿Qué pinta un tío de su edad en el circo, además en la sesión de tarde, en la que no hay más que niños y niñas, con sus papases y mamases, o en su defecto con sus abuelos materno o paternos? Y menso mal que se trata de un espectáculo circense puro, donde todo son increíbles acrobacias, agilidad, riesgo, peripecias, coreografía… y no hay payasos. Quizá haya ido a ver si le contrataban a él para cubrir ese vacío.

Encima, al llegar me ha enseñado fotos, me ha contado la vistosidad de los números, un lujo para la vista, el oído, el buen gusto… y hasta el ‘olfato’, porque según me ha dicho, la carpa era un puro olor a palomitas. Quería hablarme de más cosas, de la calidad del espectáculo, de la supervivencia del circo como reto a la capacidad humana de llegar hasta los límites de la audacia, pero le corté el rollo y le dije que bien, que vale, pero que eran casi las nueve de la noche y servidora no había pisado la calle en toda la tarde.

Así que hizo una faena de aliño, sacándome un poquito y de nuevo para casa. La verdad es que hoy no puedo ponerle una buena nota en atención y cuidado. Y para que no siguiera dándome la tabarra con lo bien que estaba todo, marketing, comodidad, tecnología, sonido, luminotecnia, ritmo y variedad, no le dí bola para que siguiera explayándose y le solté una ironía: “¿Y no había perritos? Porque has de saber que somos capaces de hacer ésas y otras acrobacias.” ¡Estos hombres! Sólo piensan en ellos. Pero arrieros somos…
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Ref: http://www.piratas-piratas.com/

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