No me llames Pepe, llámame 'Josep'.

Acomodó el Náufrago los cojines necesarios, decidido a echar una ojeada al periódico. Pasó de largo la portada por donde aún colea el análisis del resultado de las votaciones de hace una semana (!!!) Volvió la página y se encontró en la dos, una columna con este título un poco enigmático: La señora Fe. ¡Coño, mi tía Fe en la prensa!, se sobresaltó el Náufrago. Luego recordó que se había muerto hace varios años y no creía que en su biografía de buena persona tuviera algo reseñable en un periódico.

Así que siguió leyendo. A medida que avanzaba por la ruta que marcaban las estrechas líneas, la indignación de la Rigalt iba in crescendo y aclarando lo de Fe. Y si Pe - pronúnciese ‘Pi’- es Penélope, Fe es la apocopación de Ferrusola. Marta Ferrusola, esposa vigente del anterior ex-presidente de la Ge, Genarilitat catalana. Seguía Carmen hablando de ‘excrementos y secreciones’, y de quien los debía ir recogiendo. Al Náufrago le parecía que se estaba excediendo en el lenguaje y llegó a pensar, si entre la periodista y la ex presidenta consorte, había habido alguna injuria personal. No es habitual en la periodista la expresión de su indignación con tal vocabulario, sino más bien recurre a la ironía que le permite tomar cierta distancia.

Había acabado el primer párrafo y seguían las alusiones ‘lepenianas’, al santo Job (su marido) y el preguntarse cómo todavía ‘no la había amordazado antes de echársela al brazo para salir a las calles, que bajan llenas de moros y andaluces’. Cierro la cita. En el segundo párrafo hablaba del porqué de los nombres que nos atizan nada más nacer como señal identificativa. Y, aprovechándose de que por aquí pasa ahora el Pisuerga, el Náufrago no está descontento del que a él le ‘atizaron’. Lo encuentra adecuado.

Al final, como en las películas de suspense, desveló el secreto de su santa indignación. Se refería a la última ‘excrecencia’ de la ilustre dama “de cara estreñida y áspera, impertinente y puntiaguda” (Rigalt dixit). Al parecer doña Marta Ferrusola había respondido al periodista Justo Molinero quien le entrevistaba para su revista “Lo Nuestro” de RTR. A la pregunta:

- Li molesta que el President de la Generalitat sigui andalús?

- Un andalús que té el nom en castellà, sí, molt. I, a més a més, penso que el President de la Generalitat ha de parlar bé el català.

(¿Le molesta que el Presidente de la Generalitat sea un andaluz? Un andaluz que tiene el nombre en castellano, sí, mucho. Y además, pienso que el Presidente de la Generalitat tiene que hablar bien el catalán) (sic)

El pobre señor Montilla, según doña Fe, debería llamarse por lo menos Josep. Tampoco haría falta que se llamara Josep Lluis, como Carod, pero es que José, huele a Tío Pepe. Menos mal que del apellido no ha hablado, porque en vez de Montilla , debería llamarse, cuando menos Freixenet, porque Codorniu es demasiado. De nada le ha servido al tal José, todo el esfuerzo que ha tenido que hacer para despojarse de su acento cordobés, de Iznájar y acercarse lo más posible a la lengua a los Espriu, Sagarra, Martí i Pol, Ferrater, Riba y similares.

Pero no es la primera vez que doña Fe, dice alto y claro lo que piensa. Hace unos años, cuando aún era presidenta consorte decía: “Mis hijos no podían jugar en el parque cuando eran pequeños; me decían:"Avui no puc jugar, mare, tots són castellans" ‘Hoy no puedo jugar, madre, todos son castellanos”. Y algunas lindezas más sobre los inmigrantes: “Cuando vienen los inmigrantes y se les da de comer tiene que ser con su comida, no vale con lo que nosotros tenemos aquí”.

De todas maneras es de agradecer que cada cual diga lo que siente, porque así sabemos la verdad. Siempre estará Job para dorar la píldora: "Si me pregunta lo que pienso le diré que yo me he expresado muchas veces sobre esto y siempre en términos muy diferentes".

En casos como éste es mejor oír lo políticamente incorrecto, que no soltar un racial: “¡Por qué no te callas!”

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Y digo yo, ¿esta "señora" no será pariente más o menos próxima de un tal Adolfo, de infausto recuerdo para el mundo?

¡Qué lástima!
Anónimo ha dicho que…
Pues sí, a estas alturas de la película sigue habiendo personajes que acotan su territorio.

Si no fuera porque es algo que tiene consecuencias para otros, lo mejor sería hacer oídos sordos.

Los ¡Adolfos! siguen teniendo descendientes.

Un beso

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