Rafael Azcona , humor de muerte y vida

NO PRETENDE SER UN HOMENAJE, ES SÓLO UN REENCUENTRO

El Náufrago no va a hacer aquí un panegírico del poeta, novelista, GUIONISTA, Rafael Azcona. Me imagino que ahora mismo, si pudiera abrir una mirilla desde la ‘Nada Toda’, volvería la cara para no sentirse abochornado ante tanto elogio. Hoy páginas y páginas en todos los periódicos, ensalzan su figura, hablan de su carácter, de las vicisitudes de su vida, de su horror a los homenajes, de su ‘niño’: “ El repelente niño Vicente”…

Los amigos de verdad le dirán cosas tan sentidas como ésta: “Sé que no me lo perdonarías. Mejor, sé que no me lo estás perdonando, Rafael. Me acabo de enterar hace un rato y me he puesto a llorar como un gilipollas, como un blando, como un repelente niño… Pero , joder, desde que supe que estabas chungo , quería hacer algo, decirte algo, escribirte algo… No quería que pasara lo que ha pasado: que te largaras sin haber hablado contigo por última vez”.

Cosas como ésta, quizá le parecerían más sinceras. Él, que tomó siempre la vida como le vino y más de una vez jugueteó en sus guiones con la muerte. Cuando una ingenua entrevistadora le preguntaba: “¿Es usted fatalista?”. Le contestaba con la suficiente lucidez que da el haber vivido una vida, vida:

- “No soy fatalista ni pesimista. Yo soy del día a día. Un día le pregunté al dentista si estaba dentro de lo posible que yo tuviera que llevar dientes postizos. Me contestó: «Depende de lo que vivas».
Con eso no quiero decir que la vida sea mejor ni peor. Cuando me levanto por la mañana, abro los ojos y veo que estoy vivo, me llevo una alegría tremenda, pero tremenda. Tengo ganas de desayunar, leo el periódico”.
Y ante la insistencia de la joven periodista: “¿Le entristece?” Se limitaba a decir simplemente:
- “Yo asumo la vida que me han dado, no se trata de estar contento o triste o no conformarse. La vida es como es, y ya está.
Fue una filosofía de vida a la que tuvieron que adaptarse muchos jóvenes, que como él decía, "nunca he formado parte de eso que ahora se llama la juventud. En mi tiempo, no fuimos nunca jóvenes”.

Hoy , como homenaje, el Náufrago ha vuelto a ver una de sus películas que a menudo le ha venido a la memoria. Azcona y Luis Berlanga fueron los artífices de aquel maravilloso retrato de la España de los sesenta, con “ El verdugo”. La ha vuelto a ver y la ha encontrado tan ‘fresca’ como la primera vez que la vio. Ha sentido lo que es humor del bueno, que aunque lo llamen ‘negro’, es luminosamente bello y arranca a cada paso, en cada frase, en cada gesto, en cada situación, una sonrisa. Es una de esas películas en las que se descubre cada vez detalles nuevos.

Un excelente guión, un estupendísimo elenco, una magnífica dirección, una maravilla de actuación de cada uno de los actores y las actrices, un Pepe Isbert sublime. Rafael está aquí, ahora, perfectamente vivo. Gracias, por hacernos vivir contigo.







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