Carta a un joven poeta

Sucedió a finales del otoño de 19… Un cadete de la Academia Militar de W-N. leía durante un período de descanso un libro de poemas, a la sombra de unos castaños seculares.Estaba tan absorto en le lectura que no se dio cuenta que un profesor, el único no militar de la academia, se acercaba. Tomó el libro en las manos, leyó el título : “Poesía R.M.R”, y meneó la cabeza. Ojeó el libro y al final comentó. “Vaya con el antiguo alumno de esta casa ¡Poeta!”

Después comentó con el lector los recuerdos que guardaba de aquel muchacho delgado y pálido, al que hacía 15 años sus padres habían internado en la escuela militar. Lo describió como un muchacho ‘tranquilo, serio, muy capaz que soportaba con paciencia la presión del internado…’

El profesor se alejó, sin duda repasando viejos recuerdos, y el cadete quedó sorprendido por aquel ‘retrato’ y decidió enviar al poeta sus primeros tanteos poéticos para pedirle su opinión al respecto. Transcurrieron varios meses antes de que llegara la respuesta.

- París, 17 de febrero de 19… figuraba en lo alto de la carta , seguida de un “Apreciado señor:” Las recomendaciones eran claras, sinceras, sin ninguna concesión a la lisonja o al halago. Sus palabras , que no querían ser una crítica - “no hay nada más inapropiado para aproximarse a una obra de arte, que las palabras de la crítica…”- eran sin embargo muy directas:
- “Está usted mirando hacia fuera, y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo.” Para ello le invitaba a que se hiciera una pregunta y la respondiera con toda la sinceridad:
- “¿Debo escribir?" Excave en sí mismo, en busca de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro de tan seria pregunta con un ‘Sí, debo’ firme y sencillo, entonces, conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida.” Como se ve las respuestas eran dirigidas más bien a un aprendiz de hombre, que a un aprendiz de poeta. Era más una 'carta de ruta' vital que las señas de entidad de un poeta. Quizá porque poesía y vida se dan juntas en los verdaderos poetas. Más adelante seguía sugiriéndole:
- “Rehuya, al principio, formas y temas demasiado corrientes: son los más difíciles.Recurra a los que cada día le ofrece su propia vida. Describa sus tristezas y sus anhelos, sus pensamientos fugaces y su fe en algo bello; y dígalo todo con íntima, callada y humilde sinceridad. Valiéndose, para expresarse, de las cosas que lo rodean. De las imágenes que pueblan sus sueños. Y de todo cuanto vive en el recuerdo.” Más adelante en la carta, le recuerda que si después de esa inmersión en sí mismo surgen los versos, no le pregunte a nadie si son buenos o no.
- “Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad. Por eso, muy estimado señor, no he sabido darle otro consejo que éste: adentrarse en sí mismo y explorar las profundidades de donde mana su vida. En su venero hallará la respuesta cuando se pregunte si debe crear. Acéptela tal como suene. Sin tratar de buscarle varias y sutiles interpretaciones". Y termina la carta devolviéndole los versos que tan amistosamente le ha confiado, no sin antes recordarle:
-“Pero tal vez, aun después de haberse sumergido en sí mismo y en su soledad, tenga usted que renunciar a ser poeta. (Basta, como ya queda dicho, sentir que se podría seguir viviendo sin escribir, para no permitirse el intentarlo siquiera.) Mas, aun así, este recogimiento que yo le pido no habrá sido inútil : en todo caso, su vida encontrará de ahí en adelante caminos propios.”
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  • CODA.-
    Quizá ya han adivinado quién era el poeta y quién el cadete que le pedía consejo. La carta fue escrita por Franz Xaver Kappus, a finales del otoño de 1902 desde la Academia Militar de Wienner-Neustadt. El poeta, Rainer María Rilke, le contestaba desde París, donde conocería al escultor Rodin, para el que trabajó como su secretario.
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