Sombras de verano

VIDA COTIDIANA

Pues parece que el verano viene, está dos días, y vuelve a marcharse. Entonces la gente abarrota las calles, va, viene, se aglomera, ocupa bancos, comercios y terrazas. Una enorme caravana de coches, se besan, aceleran, frenan, pero la procesión mecánica no avanza... Hoy la ‘Policía de movilidad’, está completamente inmóvil, no aparece. No hay uniformes negros y amarillos que hagan girar sus brazos como aspas indicando, “¡circulen, circulen...!”

Desde su ventanilla, un conductor armado de paciencia, observa una sombra que trata de moverse, vacilante, lentamente. Su largo bastón de plástico tantea y traza líneas en zigzag sobre el pavimento de la plaza. Al final del bastón el conductor reconoce una sombra oscura, gorro blanco que no se atreve a avanzar...La gente pasa, ni siquiera mira o hace que no ve, urgidos por mil preocupaciones. Juegan los niños en la plaza, pasan jóvenes, maduros, hombres, mujeres, esquivando la sombra que sigue intentado abrirse un camino en su densa oscuridad.

Es un hombre mayor, quizá sesenta años. Su sombrero blanco contrasta con su negra tez, y sus ojos que miran el vacío y no ven nada. Sigue trazando líneas quebradas en el suelo, pero apenas avanza. El conductor que sigue en la procesión mecánica, estancada, siente ganas de dejar el coche, coger por el brazo a aquella sombra que entre sombras se mueve, y ayudarle a abrirse algún camino...

Pero ahora, otra silueta alta, extremadamente delgada, anciana, se acerque a la sombra del bastón y le lleva unos metros ante las bandas blancas de un paso de peatones, para luego proseguir su camino. El conductor no vio más. No sabe si alguien ayudaría a atravesar aquel paso de cebra al hombre del bastón. No sabe si su caminar por la vida seguiría tan desamparada, sin una mano que le ayude cuando se pierda en el camino. O seguirá oyendo los pasos febriles que van y vienen a sus costados.

Son tantas nuestras ocupaciones, nuestros quehaceres, tenemos tanta prisa para ir a ninguna parte, que no podemos detenernos un minuto para coger del brazo a una sombra que entre otras sombras vaga.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Triste
Anónimo ha dicho que…
Lo más triste de todo es que nos estemos acostumbrando a ello con la mayor naturalidad del mundo.

Bicos
Anónimo ha dicho que…
No yo no me acostumbro. Me niego a acostumbrarme.

Bicos

Entradas populares