Habla Juan de Mairena

Después de esta lección músico-veraniega que nos ha dado Douce, no está mal regresar al mundo de las soledades sonoras. Al menos allí cada cual compone su melodía, repasa sus letras y las mece en la cuna del corazón.

Hablaba ayer el náufrago del autor de “Soledades”. En general se elogia su poesía, pero muy pocos mencionan su obra en prosa, y sobre todo las “Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor anónimo. Juan de Mairena”.Cuando los políticos, hablaban todavía a los 'descamisaos' y aún llevaban chaqueta de pana , de vez en cuando sacaban a relucir sus conocimientos machadianos echando mano de esta frase del filosófico profesor: “ La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”. Algunos no debieron pasar de esta sentencia que figura en primer lugar en el libro del profesor en sus clases a sus alumnos de Retórica y Poética. Cierto es que los que han venido detrás, parece que ni siquiera a la primera página han llegado.

Pues esta noche , el náufrago repasaba algunas de ellas. Y las utilizó como reflexión nocturna:

  • “Señores: la verdad del hombre empieza donde acaba su propia tontería. Pero la tontería del hombre es inagotable.”
  • “ Nuestros políticos llamados de izquierda, un tanto frívolos – digámoslo de pasada -, rara vez calculan cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro”
  • Consejo de Maquiavelo: No conviene irritar al enemigo
    Consejo que olvidó Maquiavelo: Procura que tu enemigo nunca tenga razón.
    ... Claro es que en el campo de la acción política, el más superficial y aparente, sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela”
  • “Decía mi maestro Abel Martín – habla Juan de Mairena a sus discípulos – que un hombre público que queda mal en público es mucho peor que una mujer pública que no queda bien en privado”
  • “Tomar partido es no sólo renunciar a las razones de vuestros adversarios, sino también a las vuestras; abolir el diálogo, renunciar, en suma, a la razón humana.

    Hay hombres que nunca se hartan de saber. Ningún día – dicen – sin haber aprendido algo nuevo. Hay otros en cambio, que nunca se hartan de ignorar”

Pues, ¡hala!. Buenas noches.

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