El '2Caballos' de Paco

De este modo paseaban los equinos con sus respectivos ‘caballeros’ uniformados, entre la batería de coches allí aparcados. De los dos caballos, cuadrúpedos, el náufrago pasó al “Citroën 2CV”, el ‘deux chevaux ‘ de los franceses. Y al pensar en el “2 Caballos” no pudo por menos de acordarse de un entrañable amigo.
Corría la segunda mitad de los 60, un día, en 3º de ‘Modernas’, apareció un personaje entrañable que pronto se ganaría la simpatía y el cariño de aquella cuarentena de alumnos y alumnas – mayoría de alumnas - que escuchaban las lecciones de don Luis Cortés y señora (Madame). Era un muchacho de cara redonda, boca pequeña, dos grandes ojos azules detrás de unas inmensas gafas que eran todo bonhomía. Se había incorporado aquel año al curso. Venía de Griegos ,un pequeño pueblecito de Teruel acostado a los pies de la Muela de San Juan, en la Sierra de Albarracín. Allí se presentó con sus dos muletas, un cuerpo fuerte del que colgaban dos pequeñas piernas y su gran cordialidad.

Pero dejemos esa historia triste, porque Paco no lo era. Un verano en que el Náufrago andaba por el campamento del Talarn, Lérida, cumpliendo dos meses de mili, un fin de semana bajó hasta L’Ametlla del Mar donde Paco trabajaba los veranos, en la recepción de un hotel. Allí lo recibió con toda su cordialidad y le mostró su 'sorpresa'. Con el dinero de su trabajo se había comprado un ‘2Caballos’, gris, debidamente acondicionado para él. Ambos subieron aquel ‘Cadillac’, que bailoteaba cuando rodaba: "4 ruedas bajo un paraguas". Ese era el concepto inicial que Pierre Boulanger, el patrón de Citroën, había encargado al diseñador Bertoni y al ingeniero André Citroën:
"Un vehículo económico de adquirir, capaz de transportar a dos campesinos y 100 kilos de mercancía a una velocidad de 60 km/h al mercado, vestidos con zuecos, si fuere necesario, y por caminos pantanosos y no pavimentados.Debe ser posible transportar intacto un canasto con huevos a través de un rastrojo, había sido la consigna.
El estreno no fue demasiado exitoso. La culpa fue de una pared que se había colocado en un sitio que no le correspondía. Pero no pasó nada. Era un amigo que quería mostrar ufano su triunfo sobre el espacio.
Hace unos pocos años, cuando el Náufrago llamó a su casa, en Zaragoza, su mujer, francesa cogió el teléfono. Paco había fallecido. Se había ido una de las personas más alegres, más luchadoras, más entrañables que ha conocido.
- - “O Romeo, Romeo! wherefore art thou Romeo?
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