Don Jesús y el Gran Poder

Debo decir que me sorprendió, como una especie de latigazo, leer en la portada del periódico local D.M. este título, a dos columnas: “ Fallece Polanco, Hijo Adoptivo de Cantabria." Arriba, a gran tamaño, la foto de su potente cabeza, en su despacho, con una sonrisa difusa, como si lo de sonreír no fuera lo suyo.

Fue una sorpresa, porque no conocía su enfermedad, que fue seguida de una asociación inmediata: Poder-Muerte. Me resultaban dos nombres opuestos, difícilmente asociables. Pero de nuevo, la fría Parca había impuesto su trágica superioridad y dejaba en casi nada lo que había sido el símbolo de la Sombra poderosa que durante más de treinta años había trazado parte de la trayectoria de este país. Jesús del Gran Poder fue el nombre que muchos temieron, que otros adularon. Y a él no le disgustaba, al parecer, que así le consideraran, los que se decían amigos o a los que él anatematizara.

Quizá fuera la revancha de aquel huérfano, vendedor de libros a domicilio, de campamentos del Frente de Juventudes, de sesiones continuas en cines de barrio, de pensiones modestas que iría ascendiendo, peldaño a peldaño, hasta la cumbre del poder mediático. Sin duda se necesita un carácter, una capacidad de lucha, intuición, acuerdos con el poder, atrevimiento, maniobras nocturnas, capacidad de liquidar a los adversarios, resolución, frialdad unida a la ambición.

No voy a hacer aquí la glosa de sus méritos, lo dejo para los panegiristas, hagiógrafos y estómagos agradecidos que no faltarán y que le deben cuanto son . Deberán seguir viviendo a la sombra del gigantesco árbol que plantó con su vida. Con el respeto que me produce una persona igualada en la eternidad ya por la muerte, no me privaré de decir que este Jesús del Poder no lo sentía mío.

Por supuesto, no lo conocía personalmente, pero su simple imagen, sus maneras de pisar por la vida, no encajan en mis afinidades. No me gustan los que hacen ostentación del poder y lo ejercen sin la menor vacilación. Quizá sea así como se labran los grandes poderes, cosa que la verdad, ni me importan, ni siento atracción alguna hacia ellos. No me gusta nada, alguien que es capaz de lanzar retos como: “El que se me enfrente, que se vaya de España”. Y mucho menos el que hace alardes de otros 'poderes' de esta guisa: “Yo echo cinco polvos sin sacarla” ante una joven periodista que, al parecer, le entretenía demasiado.

De todos modos, don Jesús, le deseo un descanso en paz. Es el destino inexorable de todos y hacia él vamos, más deprisa de lo que podamos imaginar.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
No sé quien dijo algo parecido a ésto: "al que tiene que trabajar no le queda tiempo para ganar dinero".
No sé si será cierto, pero yo siempre he desconfiado de las buenas artes de quienes no solo "se hacen a sí mismºos", sino que fundan unos grandes imperios de la nada. Me resulta totalmente increíble que, en una sola generación y honradamente, se alcancen esas cotas de riqueza y poder. Ni contando con toda la suerte del universo. Si se hurga un poco, siempre se encuentra algún sospechoso punto de inflexión.
Pero vamos, es mi humilde opinión, nada más.
Anónimo ha dicho que…
Las opiniones humildes tienen la virtud de no imponer las más que posibles realidades.

Pero ante el poder, todo el mundo suele hacer oídos sordos y mirar para otro lado. No interesa hurgar demasiado, no sea que la basura nos salpique.

Un beso
Anónimo ha dicho que…
Y olé!

Entradas populares