Talibanes y marranos

Voy a expresar algo políticamente incorrecto, así que a lo mejor es preferible que no lean lo que voy a escribir porque es probable que se me vaya la mano. Empiezo.

Estoy hasta los cojones de que en este país para ser aceptado por la ‘progresía’ dominante haya que presentar la cédula de ‘converso’, como en tiempos inquisidores había que certificar que se era ‘cristiano viejo’ y no ‘marrano’. ( Del ár. hisp. muharrám, y este del ár. clás. muharram, declarado anatema). En caso, contrario se corre el riesgo de que el Santo Oficio del Progreso te declare digno de la hoguera cívica, por no pertenecer al rebaño doctrinal vigente.

Digo esto, porque incluso gente de izquierdas con acreditado ‘pedigree’, tienen ya que dar explicaciones de lo que piensan, porque los nuevos talibanes de la ‘moralidad’ inmoral, infelizmente reinante, pueden poner en entredicho la pureza de su sangre roja, sin gualda.

Leyendo hoy la columna ‘Vicios de la Corte’, que mantiene Raúl del Pozo en el diario El Mundo - un periódico ‘sospechoso’, ya se sabe - he observado que el viejo articulista tiene que exhibir su carné ideológico de toda la vida, porque los nuevos dictadores han olido un ‘tufillo’ que al parecer no les gusta demasiado.

Dice así en su artículo “Masones y sotanas’, después de hablar de ciclonudistas, juventudes ‘psoeianas’ eutanásicas y exhibidoras del potorro:

“Cuando le pregunté a un amigo muy de izquierdas que si era verdad que mataban a los viejos en Leganés me contrapreguntó: “ Tú también te has ido a la derecha”?

Lo sorprendente no es la contrapregunta, porque ya se sabe do reside la nueva infalibilidad, lo que me sorprende es que el bueno de Raúl tenga que explicar a estas alturas las razones o sinrazones de lo que piensa o pregunta. Lo que me parece significativo de los tiempos que vivimos es que tenga que apostillar:
“Tal vez yo haya evolucionado o tal vez yo no he cambiado; la que ha cambiado es una izquierda posmoderna que preconiza la vuelta al mono, hecho para humillar al hombre y recordarle que sólo es un simio lujurioso”.
Lo dicho, dentro de poco no habrá opción: o vas con el carné en la boca, o te ponen en la manga una cruz de ‘marrano’ o un capirote de hereje.

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