De islas y palacios

EVA LONGORIA


Era consciente de que mi ignorancia era supina, inconmensurable, infinita, pero no pensé que esos límites sin límites, fueran tan amplios. Decir que he pasado más de treinta años de mi vida, 32 si los cálculos no fallan, sin saber que existía alguien nacida en Corpus Christi, Texas, llamada Eva Longoria me parece un pecado imperdonable.

He tenido que esperar a este 7 del 7 de 2007 para conocer la existencia de este ser maravilloso del que nada sabía. Lo siento doblemente porque hoy quería comunicar a todo el ciberespacio t las maravillas que pueden existir en la isla de un Náufrago, pero el descubrimiento de este personaje ha hecho que la isla perdiera cualquier encanto que yo pudiera dar a conocer.

Apresuradamente, como alguien cegado por la luz de una aparición sobrenatural, me he puesto a gozar de tanto esplendor, de tanto glamour o como se llame. Este deslumbramiento me ha hecho buscar ávidamente todo cuanto pudiera alimentar mis conocimientos sobre este personaje que tan de repente ha irrumpido en mi vida como si fuera un ser maravilloso bajado de no sé qué alturas.

He devorado su biografía, he sabido de sus éxitos, de sus intervenciones, de todas las apariciones de este cuerpo, de Corpus Christi, en las portadas de las revistas del ramo, de sus amores y desamores como ‘mujer desesperada’. He conocido a los actores, escritores, deportistas que han actuado, escrito o jugado en su joven vida.

Y me la encuentro ahora en París caminado con sus infinitas piernas camino de la Mairie de Paris firmando sus actas matrimoniales. Debo imaginarla hoy, casi ahora, en toda su beldad nupcial, avanzando emocionada por la nave central de Saint Germain l’Auxerrois camino del altar a los acordes del órgano que atruenan la bóveda de la iglesia con la marcha de Mendelsson y ahí, a su lado, el metro noventa de su moreno marido, un tal Tony Parker, al que mi ignorancia también desconocía.

Veo a la pareja y a sus centenares de invitados, después de la ceremonia. Una interminable caravana de coches de lujo recorrer los 55 kilómetros que les separan del castillo de Vaux-le-Vicomte, cuyo esplendor deslumbraba al propio Rey Sol. Suites de 200 metros cuadrados, cama de tres metros de ancho ... ¿Puede pedirse más para una noche de ensueño?

Comprenderán que la descripción de la isla de un Náufrago sería apenas un minúsculo punto ante tanto lujo, tanto jardín, tales desfiles de astros y de estrellas de ese universo de la beautiful people.

La isla del Náufrago puede esperar. París bien vale una pausa.





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