Salamanca, mañana.

Esta ciudad que vio pasar a tanta gente, siendo la misma , es distinta. Es la de Lázaro y es la de esos muchachos que se sientan en medio de su plaza a charlar, a beber, a descansar, a henchirse de sol, y del dorado de sus piedras. Es la clerical y la más mundana, la monumental y la más moderna, la rural y la más cosmopolita, la de más rancias costumbres y la más abierta.
Sé que me recibirá con los brazos bien abiertos, como recibe a todos las que la visitan, pero sé que tendrá para mí más atenciones, no se recatará para mostrárseme más íntima.
Hasta mañana.
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