¡Viva el progreso!

Esta mañana mi papá me ha llevado de paseo a una playa que hacía mucho tiempo que no visitábamos. Lo primero que nos llamó la atención fue la cantidad de 'chaleses', 'acosados' o como demonio se llamen, que cubrían una zona que antes, 'anteayer', eran prados. Es lo que los humanos llaman progreso y hasta 'calidad de vida', lo llaman. La verdad es que a mí, como perrita, la mayoría me parecen disparates por no decir horrores, pero no voy a ponerme solemne. Ellos creen que con eso encuentran la felicidad aunque sea cargándose a la madre Naturaleza que, por cierto, tiene mucho mejor gusto. ¡Allá, ellos! Aunque sería mejor decir ¡allá, nosotros todos!

Yo aproveché lo que aún queda un poco verde, retocé cuanto pude, vi las vacas desde la barrera y luego bajamos por unas escaleras muy ‘pindias’ como dicen por estas tierras. La verdad es que desde arriba daba un poco de yuyu caerse allá abajo. Y abajo estaba la playa de Somocueva que yo llamo de los ‘desnuditos’, pero hoy la que estaba ‘desnuda’ era la playa. No había nadie más que mi papá y yo. Aunque mirándolo bien, no estaba ‘desnuda’, sino que en la parte que da al acantilado estaba llena de basura, de bidones, botellas, cuerdas, palos, plásticos de todas las clases. Una playa que un día mi papá llamó “Paraíso”, estaba hecha un muladar. Menos mal que nosotros nos alejamos de todo aquello que hacía daño a los ojos y paseamos cerca del agua, en la zona de la playa que las mareas se encargan cada día de limpiar.

Después volvimos a subir la escalera y desde arriba, entre tojos y retamas (?), pudimos extender la vista muy, muy lejos . Era un placer , una sensación de libertad, poder mirar hacia el mar y no encontrar ni casas, ni postes, ni carteles, ni vallas…

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