La anécdota

EL ARTE DE VENDER, LA IMPOSIBILIDAD DE COMPRAR

En la entrada anterior, el Náufrago hacía alusión a anécdotas vividas en su visita a la feria libresca. He aquí una. Podemos pensar que le ocurrió a cualquier visitante de la feria o al mismo Náufrago. Los hechos:

El susodicho, llamémosle Don ‘Facsímil’ porque bien pudiera ser un ‘duplicado’ del Náufrago, se acerca a uno de los stands y entre beatos, atlas, libros de horas y Ptolomeos se detiene en un bestiario. El rótulo que figura al lado lo titula: “Bestiario de Juan de Austria (atribuido a Martín Villaverde .1570”. El citado don “Facsímil” sigue mirando cuando la encargada del stand se acerca a él, seguramente porque es el único ‘cliente’ y le dice algo así como:

- “Precioso, ¿No? ¿Le gusta?”

- “Sí, me resulta curioso y muy interesante”. La dama, excelente vendedora, empieza a contarle la historia del Bestiario: su localización en el Monasterio de Santa Mª de la Viña, su identificación, la decisión de hacer una reproducción facsimilar. Añade notas sobre su posible autor. ‘Creemos’, utilizando un plural incluyente, que el autor es este señor…y le muestra una página del ejemplar con un dibujo y debajo el nombre de Martín Villaverde.

- El visitante Facsímil se interesa por el proceso que se sigue para hacer una versión como ésta. Surge de nuevo la ‘investigadora/vendedora’ que se reserva la ‘fórmula secreta’ pero le sigue hablando de una posible relación con Carlos V, por unas alusiones a Yuste y más concretamente a Juan de Austria con el que podía haber tenido relación amistosa el autor. Sigue ponderando su ‘mercancía’ haciendo hincapié en la peculiaridad de un bestiario en castellano, casi único en nuestra lengua y le lee la referencia a una de los animales con su consiguiente lección moral.

Terminada esta fase ‘preparatoria’ del terreno, avanza un poco más

-“¿No le gustaría tenerlo?”

Don Fac debió poner cara de pergamino y por decir algo susurró “¿Y cómo se llama?”. La experta vendedora susurró también para que no sonara tan brusca la cantidad con un cinco mil y pico euros. Don Facsímil, que no frecuenta estas ‘alturas’ económico-editoriales, debió calcular mentalmente cuántas mensualidades de pensión suponía tan modesto precio y se perdió en el cálculo.

- “¿Cómo lo ve? Inquirió la hábil comerciante.

- “Más bien oscuro”, debió responderle el interpelado. Pero ella no se arredró. Estaba dispuesta a seguir calculando el nivel de resistencia del posible comprador.

- “Si le asusta algo esa cantidad, podemos considerarlo y rebajar un 10 %”. Tiró de calculadora y resultaba una cifra superior a cuatrocientos ‘doblones’, léase €, mensuales. La cara de don Fac seguía igual de fría, nada en su actitud que empujara a la vendedora, a seguir haciendo propuestas. Pero nada la desanimaba, volvió a hacer rebajas, no se sabe en qué conceptos, alargando el plazo a 24 meses. Tecleó de nuevo en su ‘calcu ‘y girándola hacia el cliente le mostró la cifra que ahora no recuerda con exactitud, pero rondaba los 220…

- “¡Vaya, igual que la letra del coche!”, exclamó el ‘cliente’, para tomar cierta distancia.

-“Ya, pero cuando yo me compro un coche, le explicaba la señora, cuando salgo del concesionario ya estoy pensando que mi dinero se está devaluando. Cada kilómetro que haga será una suma que tenga que descontar de los 20.000 euros que me ha costado el coche”. Y poniéndose muy didáctica: “Sin embargo, un libro como éste siempre será un valor en alza”

Don Fac que en esta ocasión asistía ajeno al juego, por razones obvias. Simulaba seguir jugando, porque se sabía interiormente protegido a cualquier asalto, aunque redujera el precio a la mitad. Pero la infatigable comerciante no cejaba.

- “Vamos a probar de otra forma”, insistió , inasequible al desaliento. De nuevo el tecleado y de nuevo el giro de la maquinita: ciento ochenta y tantos creyó ver el incrédulo.

- “Lo siento, pero tengo razones de alguna terquedad que me exigen ésta y otras abstinencias”. Un apretón de manos y una sonrisa pusieron fin al juego. Entretenido y provechoso por muchos conceptos.

Comentarios

Campu ha dicho que…
Y lo que se lleva uno...la experiencia de la vida...y esos euros que aparecen por todas partes recordándonos que todo tiene un precio...
¿O no?...

Buenos días, Náufrago. Que pases una feliz jornada y que sigas escribiendo tantas observaciones sencillas de esa vida que también esconde interesantes aprendizajes...

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