¿Día del Libro o Años de libros?

Primero fue abandonando poco a poco aquello que aparece en una caja que algunos llaman ‘tonta’. No es tonta la caja, los tontos tontos y los tontos listos, son los que la han llenado de vacuidades, chismorreos, adoctrinamientos o puro sopor insoportable. Sabe que aún hay cosas ‘visibles’, pero él ha optado por alejarse de ella y dedicarse a otros quehaceres que le sirven de ocupación y descanso. (¡! ¿A qué le suena eso?)

Más tarde, poco a poco también, fue dejando de escuchar lo que oía cuando ponía en sus oídos dos ‘garbancitos’. Dejó de oír música que le parecía toda igual, cada día le aburrían más las discusiones de trinchera donde nadie se escuchaba, dejó que fueran apagándose esas voces y sus ecos. Ahora apenas la escucha cuando en su coche quiere oír esa música que tranquiliza, que no es ruido…

Se fue sintiendo cada vez más un Náufrago en una tierra de ruidos más que de voces, de gritos, más que de palabras. Sus propios oídos fueron acercándose poco a poco al mundo del silencio. Hizo de su isla un montón de papel, apiñados de mil formas, repartidos por mil sitios, volvió a los viejos amigos, aquellos que en la infancia le contaron cuentos, o le llevaron al país de ‘los pieles rojas’, o a los ‘tigres de Malasia’ o le hablaron del ‘ladrón de Damasco’ o de ‘la hija del Corsario Negro’…

Hoy no son los pieles rojas, ni Sandokan, ni corsarios o piratas los que le acompañan. Le hablan de otras cosas, de pequeños Príncipes que hicieron llorar a la Rosa, del ‘dolorido sentir de las palabras’, de satisfacciones íntimas, del agridulce sabor del ‘vivir adrede’… De ‘tantas cosas, tantas sensaciones e intuiciones calladas… Tan dentro, tan profundas, tan sutiles y delicadas que a veces se escapan antes de que se logre consignarlas ‘. Hablan de ‘la brevedad del plazo’, del ‘cielo de Madrid’ de ‘Estambul’, de ‘el mismo mar’, de ‘Nadia’ o de ‘la bicicleta de Sumji’…

Esa es la sinfonía que suena en la isla, y los suspiros de Douce. Hoy los libros, su propio ‘libro’, son los que de verdad le sirven de la sabia savia de la vida. En la isla no se celebra un ‘Día del libro’. Quizá fuera mejor decir que todo el año es un libro y una palabra, una mirada abierta, un aplicar el oído dentro para ver qué ruidos suenan en lo hondo.

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