De magos, arúspices y adivinos

Desde siempre, el ser humano se ha sentido frágil, por muy fanfarrones que se pongan algunos. Esa fragilidad, esa impotencia a veces, de saberse débil ante las furias de la Naturaleza, las catástrofes, la enfermedad, el desamor, la muerte, ha hecho que confiara su destino a los astros, a sus ídolos o a los dioses. Cuanto más inseguro se siente, más confía su suerte a los astros, adivinos, a San Antonio de Padua o San Pancracio .Tres cosas hay que preocupan al hombre sobremanera, porque son aquellas que le dan cierta ‘seguridad’ cuando goza de ellas: la salud, el amor y el dinero.

Conocedores de esa fragilidad, surgen los videntes, augures, adivinos, nigromantes que montan así su negocio a costa de la credulidad humana. Puede parecer que el Náufrago está a salvo de esas creencias, pero no es del todo cierto. Recuerda que una vez, en una cafetería de la calle Sierpes, en Sevilla, una gitana quiso leerle la mano. Fue tanta la insistencia, que al final accedió, aunque sólo fuera por librarse de ella. No recuerda muy bien lo que le predijo y pagó la ‘consulta’. El Náufrago debió darle dos o tres pesetas, quizá cinco, de las de hace bastante tiempo. La quiromante manifestó su disgusto porque le parecía escasa la paga. Siguió insistiendo, pero no hubo aumento de sueldo. Entonces la adivina cambió completamente el ‘diagnóstico’ y le auguró una serie de males, en el amor, la salud y los dineros.

El tiempo ha dado la razón a la gitana de Sierpes, todas las penurias, malestares o decepciones amorosas que puedan haber seguido son atribuibles a aquella maldición, todas caben en el pronóstico. Por eso, ahora, cuando los astros le vaticinan lo que le espera, finge que no le afectan, pero lee sus mensajes y trata de ver las perspectivas de ‘éxito’ que puedan tener. Después de todo el futuro es, afortunadamente, un misterio y todo lo que digan podría ocurrir.


Ha leído con atención el mensaje que hoy le han enviado, además utilizan un lenguaje lleno de metáforas. Recomiendan por ejemplo “maneje bien su barca”. Ya por los 80 Remedios Amaya, chikilicuatreaba con aquello de “ ¡Ay! ¿Quién maneja mi barca, quién, que a la deriva me lleva…?”. Lo de ‘sutil propuesta que puede llegar a engatusarle…’ y que requiere ‘una costosa decisión’, le intriga un poco más. Así que tendrá que seguir el consejo astral y armarse de paciencia. ¡Con lo difícil que le resulta al Náufrago ‘pacientar’ por ser persona de decisiones ‘ au chaud’, en caliente!

Seguiremos atentos a la jugada del Náufrago

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