El libro en la feria

LA FERIA DEL LIBRO, LA FIESTA DEL LIBRO

Esta mañana cuando el Náufrago bajó al centro de la ciudad, además de la cálida recepción de una gaviota que vertió sobre su jersey y pantalón la lluvia de calor y color de sus variopintas excreciones, pudo ver también ver a don José María Pereda, empigorotado en la peculiar peña adonde le subió el escultor Lorenzo Coullaut, contemplando lo que se ha dado en llamar “Feria del Libro”.

Y en efecto, además de los niños que por allí andaban formando corros o escuchando no sé qué historias, podía verse una larga fila de ‘haimas / casetas” alineadas a lo largo del paseo. Esta mañana las citadas casetas /haima no estaban aún abiertas, pero si uno acude por la tarde puede ver desfilar pequeñas procesiones que van y vienen, se detienen, ojean los libros, algunos preguntan, otros pasan de largo como si la ‘feria’ no fuera con ellos.

El Náufrago la ha visitado un par de veces por la tarde. Tendría algunas anécdotas que contar y quizá lo haga en otro momento. Ahora, lo que quería expresar es, que pareciéndole muy bien que existan estas ferias, que el libro salga al encuentro de los lectores, o por mejor decir, los libreros saquen su mercancía a la calle para salir al encuentro de posibles clientes, algo perezosos para entrar en esos recintos llamados librerías do los libros duermen. Preferiría sin embargo que más que ‘feria’ del libro se pudiera llamar “La Fiesta del libro”. Y es que el nombre de ‘feria’ se acomoda bastante bien a lo que nuestra ‘cultura’ está haciendo con el Libro, una mercancía, un producto de venta, un ‘bestseller’.

No hay en las casetas de la feria grandes diferencias, salvo raras excepciones. En la mayoría lo que más llama la atención son esos ‘cartelones’, piras con el mismo libro, que resultan una obscena provocación que convierte el libro en un puro producto de marketing. En casi todas las haimas los mismos autores, el mismo Autor. La omnipresencia del último ‘modelo’ del mercado: el juego que no sé qué ángel bajado de los cielos comerciales al encuentro con los hombres.

Cuántos otros libros, otros autores silenciosos, entrañables, están esperando en cualquier rincón apartado del ‘mostrador’, la mirada amiga, la mano deseosa, el deseo íntimo de un encuentro para departir a solas, sin tanta alharaca, sin la ceremonia de la confusión mercantil.

Comentarios

Campu ha dicho que…
Inteligente comentario, Náufrago...y es que es una lástima que ahora casi todas las casetas se pongan el mismo traje...
Me encantaba ir a las del Retiro y lo cierto es que cada vez se parecen más unas a las otras...aunque sigue gustándome perderme entre sus títulos a pesar de que sea más complicado que aparezca alguno que sorprenda de verdad...

Hay libros entrañables que apenas se conocen y esconden grandes historias...
Pasa lo mismo con ciertas personas silenciosas que guardan enormes virtudes, o con las películas de bajo presupuesto o el chocolate sin tanto lazo brillante...

Sólo tenemos que "perder" un poco de nuestro tiempo para descubrir tantas cosas...
Anónimo ha dicho que…
Afortunamente hay muchos libros que están esperando que 'la mano de nieve' del poeta los toque, como tocó el arpa, escondida en un 'ángulo oscuro del rincón'

Buenas noches, Campurriana.

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