La oración del oso

Paseaba un ateo por el bosque, admirando todo lo que aquel "Accidente de la evolución" había creado:

"- ¡Qué majestuosidad la de estos árboles! ¡Qué fuerza arrastran estos ríos! ¡ Cuán hermosos son estos animales!", iba exclamando.

De pronto oyó un ruido, se detuvo, y miró hacia atrás .Fue entonces cuando vio un corpulento oso-pardo caminando en su dirección. Empezó a correr lo más rápido que podía. Miró, por encima del hombro, y reparó que el oso estaba demasiado cerca. ¡Aumentó la velocidad!

En ese preciso momento, el ateo clamó: " ¡Oh, Dios mío!".

Entonces el tiempo se paró. El oso quedó sin reacción. El bosque se sumergió en un silencio sepulcral. Hasta el río dejó de correr. A medida que una luz clara lo iluminaba todo, se oyó una voz, venida del cielo, diciendo:

"- Tú negaste mi existencia durante todos estos años, enseñaste a otros que yo no existía, y redujiste la creación a un accidente cósmico. ¿Esperas que yo te ayude a salir de este apuro? ¿Debo esperar que tengas fe en mí?"

-" En verdad, sería hipócrita por mi parte, pedirte que, de pronto, me trates como un creyente. Mas tal vez... ¿No podrías convertir al oso en creyente?"

- "Muy bien", dijo la voz.

La luz despareció. El río volvió a correr, los sonidos del bosque retornaron. Entonces, el oso recogió las patas, hizo una pausa, bajó la cabeza y dijo:

- “Bendice Señor, este alimento que ahora voy a tomar. Amén".

Comentarios

Semenjante apuro el del ateo. La enseñanza dejada en esta historia es que éste no se volvería un hipócrita, aunque le costare la vida.
Anónimo ha dicho que…
Estoy de acuerdo que el ateo es coherente y no es hipócrita, lo que quizá no sabía es, que al declinar la responsabilidad en el oso y hacerle 'creyente', éste recurriera a la ceremonia de 'bendecir la mesa'.

Un saludo, tocayo.

Gracias por la visita y enhorabuna por su blog.

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