Pedrosa : Isla saludable

Cuando después de muchos años de haber trabajado para la ‘patria’ y algo también para el patrimonio, bastante exiguo por cierto, a uno le dicen que ya ‘no sirve’. Curiosa forma esta de decidir quién vale y quién no, y hasta cuándo se es útil, por reales o republicanos decretos. El caso es que esta ‘arbitrariedad’ administrativa que decide sobre nuestras vidas, lleva aparejada la mejor de las ‘pagas extraordinarias’: disponer de todo el tiempo del mundo. Puede ser que la pensión no dé para trotes lejanos, pero sí permite muchas satisfacciones. Por ejemplo, disponer de una hermosa mañana primaveral para hacer una marcha, bordeando la bahía por su parte sur.

Eso hizo el Náufrago hace dos días, invitado por un colega de la ‘retraite’ o retaguardia laboral. Empezaron la ruta dando una vuelta a eso que un día fue isla, llamada Pedrosa, en el pueblo de Pontejos. Para vergüenza del habitante de otra isla, tras más de treinta años de estancia en Santander, siempre había pasado de largo, es decir sin detenerse, camino de lugares más conocidos: Elechas, Pedreña, Somo y demás pueblos de la costa, y nunca se había detenido a visitar la isla.

Su guía y cicerone que ahora habita en la zona, le propuso empezar el recorrido por la visita de este lugar privilegiado donde la historia, las enfermedades, el esplendor y el declive conviven ahora en un entorno de ensueño. Mar, árboles, aves, mariscadores, ruinas, fauna y flora, capillas y teatros que otrora divirtieron a pacientes y cuidadores, hacen del lugar un recreo para la vista y un repaso a una historia de casi doscientos años.

La isla que aún conserva todo el encanto de su paisaje y su situación privilegiada fue elegida primero como lazareto o lugar de cuarentena donde los barcos provenientes de allende el océano desembarcaban a aquellos que habían contraído enfermedades tropicales o de otro tipo. La isla se convirtió y aún sigue siéndolo, una “Isla de salud”. De lazareto pasó a ser Sanatorio Marítimo donde se atendía a los afectados por distintas enfermedades o epidemias: viruelas, tuberculosis. El lugar en su condición de parque natural marítimo cumplía perfectamente su misión y así funcionó hasta que en 1989 se cerró el establecimiento sanitario que poco tiempo después se reabriría como comunidad terapéutica dedicada a la rehabilitación de drogodependientes que es la función que actualmente cumple.

En la isla aún puede verse en situación de gran deterioro pabellones de lo que fuera Sanatorio Marítimo. De lo que fuera teatro apenas queda en pie un frontal en ladrillos y cerámica donde Melpómene, la ‘melodiosa’ o Talía la ‘festiva’ aguardan la representación las nuevas tragedias o comedias de la vida.

Recorrer la isla es algo más que un paseo, un recreo para la vista, un olor a mar, algas y salitre, es una inmersión en la aún reciente historia de esta ciudad junta al mar de donde partieron sus hijos y otros llegados de otros lugares, para lanzarse a la aventura de navegar hacia otras tierras en busca de nuevos horizontes para sus vidas. Es compartir con ellos sus logros y sentir también las huellas de las derrotas que el tiempo inexorablemente marca.


Comentarios

JP ha dicho que…
Gracias por tu entrada en el blog, por tu primer párrafo (de quitarse el sombrero) y por darnos a conocer más sobre Isla Pedrosa.

Saludos,
JP
http://historias-de-jp.blogspot.com
fermin ha dicho que…
Mira tu por donde el naufrago, sin proponérselo, ha despejado una incógnita que este que suscribe, tenia pendiente desde que en su infancia, desde la terraza de Santa Clotilde, se preguntaba que habría al otro lado de la bahía. Incógnita que por una cosa o otra nunca llegó ha despejar.
Gracias de nuevo
Fermín
Anónimo ha dicho que…
Queridos J.P. y Fermín,

Celebro que lo que a mí me ha servido de disfrute, aprendizaje y diversión, pueda, de alguna manera, haberos descubierto estos parajes para muchos urbanitas santanderinos, desconocidos.

Supone una doble recompensa.

Un saludo a los dos

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