Don UNO y don OTRO

UN DIÁLOGO DE DOS ,TAL PARA CUAL.

- Hombre , don Uno, ¡qué casualidad volver a verlo!

- ¡Ah es usted, don Otro! Me alegra encontrarlo. Es que esto es tan pequeño.

- ¿Qué tal le va? Le encuentro con buen aspecto.

- Será porque me he ‘mirado menos el ombligo’ siguiendo sus consejos...

- ¿Hay cierto retintín en sus palabras? Ya sabe que soy imparcial en este asunto, no tengo ningún interés oculto. Quiero sólo que se explaye. Me parece un tipo ‘curioso’ y por eso me llama la atención.

- ¿Y se puede saber qué es lo que más le choca de mí?

- Pues mira, ¿puedo tutearte?... como aún no te conozco demasiado, lo que más me llama la atención, es cómo siendo buena persona - bueno, sin exagerar tampoco- puedes ser tan rígido contigo mismo. Por eso te decía ayer lo del ombligo.

- ¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué me preocupo demasiado por mis cosas? ¿Qué debería separarme un poco para tener una mejor ‘panorámica’?

- Algo de eso hay, no vas demasiado descaminado. En esta vida somos nosotros en gran parte los artífices de nuestras ‘catástrofes’ o de nuestros ‘éxitos’, o simplemente de una vida normal, relajada, lo suficientemente tranquila.

- Me parece que tienes de la vida una visión algo simplista y no ves las cosas que ocurren, las injusticias que se cometen con inocentes. ¿No lees los periódicos? ¿No tienes familiares, amigos , vecinos?

- Pues sí claro, veo , leo, tengo de todo eso que me hablas... Y aunque no es exactamente tu caso, veo también que hay distintas formas de ver las cosas y mientras unos se hunden más de lo que la propia desgracia en sí supone, otros tratan de ver el lado menos malo del asunto.

- ¿Qué me propones? ¿Que vaya por la vida de Teresa de Calcuta?

- Tranquilo, no me riegues fuera del tiesto, ni te me metas ahora misionero. Se trata simplemente de que no hagas una montaña enorme de lo que no deja de ser un montículo. Puede ser que no estés para ascender el Aconcagua, pero los Picos de Europa los tienes ahí cerca y hay cimas, que con un poco de empeño que pongas, podías subirlas.

- ¿Tú crees que no lo intento?

- Sólo sé que no estás dormido, que te esfuerzas y no te digo que sea fácil para ti, dada tu forma de ser... Me da la impresión que haces lo que puedes, aunque haya muchas cosas que aún no veas cómo afrontarlas, por eso te ruego que te sueltes un poco. Ríete un poco más, no te tomes tan en serio. ¿Crees que tanto mereces la pena?

- ¿ Qué pretendes decir con eso?

- Nada de particular, era una broma. Trataba de quitarle un poco de hierro al asunto y creo que tú también deberías hacerlo. Y por hoy voy a tener que dejarte, me voy a los toros. Sí, no pongas esa cara, ya sé que tú estás por la vida sencilla y lejos del barullo y miras a la gente que va a esos sitios un poco por encima del hombro.

- La verdad es que no me atraen mucho los festejos, pero en fin , por supuesto que tú puedes hacer lo que te plazca.

- Pues ya sabes lo que debes hacer tú , lo que te salga de.... Hasta otro rato.