Recordando a Jaime Sabines

Hacía algún tiempo que no había vuelto a releer a uno de mis poetas favoritos, el mexicano Jaime Sabines. Hay un Sabines para el amor, hay un Sabines para la muerte, como hay un Sabines para la vida... Y como él mismo cuenta en uno de los poemas que he releído, hay un Jaime que va pasando por distintas luces y sombras a lo largo del día.

Es ese Sabines el que he sentido hoy, el que se cambia "de piel, de ojos y de lengua, y se pone un alma cada vez si es preciso..." Ése es el Sabines que a esta hora de la tarde yo me he servido. ¿Les apetece un trago?


En el saco de mi corazón caben todas las cosas, desde la ignominia
a la ternura, desde las uvas de mujeres amadas hasta
las corcholatas que me tiran los niños. Cada hora deposita en
mi corazón un objeto distinto, y cada vez que extraigo de él
un recuerdo sale con sangre.

Yo me multiplico incansablemente. Estreno manos y bocas todos
los días, cambio de piel, de ojos y de lengua, y me pongo
un alma cada vez que es preciso.

Desde el amanecer hasta la noche la luz es distinta y se le llama
día. Así me llaman Jaime. Pero yo duro también en la oscuridad,
más allá del momento impenetrable en que hago recuento de mis
estrellas.


Dentro de poco vas a ofrecer estas páginas a los desconocidos
como si extendieras en la mano un manojo de yerbas que tú
cortaste.

Ufano y acongojado de tu proeza, regresarás a echarte al rincón
preferido.

Dices que eres poeta porque no tienes el pudor necesario del
silencio.

¡ Bien te vaya ladrón, con lo que le robas a tu dolor y a tus
amores ! ¡ a ver qué imagen haces de ti mismo con los pedazos
que recoges de tu sombra
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Para saber más sobre Jaime Sabines:

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