Crónica tempranera: el perro callejero

LAS COSAS DE DOUCE

La mañana se ha despertado fresquita y el cielo nublado como si tuviera ganas de regar un poco el jardín, las hortensias que están un poco mustias porque deben ser plantas que necesitan mucha agua, como me pasaba a mí ayer después de un paseo largo. Me sabía el agua a gloria, mis placeres son tan elementales como ése: satisfacer mi sed, olfatear todos los olores encontrables, revolcarme en la hierba o en lo que haya a mano si no encuentro el verde.

Pero me estoy enrollando contando estas cosas que a ustedes no les interesan y voy a ir al grano. Quiero decir, a aquello que ha observado cuando iba con mi papá a la compra matutina del pan y el periódico. La escena me ha conmovido y me ha irritado. Sé que es un hecho frecuente en esta historia nuestra de convivencia con los humanos, pero no por eso ha dejado de tocar mis fibras sensibles de perrita.

Les cuento. Por la acera de enfrente por donde mi papá y yo paseábamos, observé un perrito que por la pinta que tenía era uno de esos que los humanos llaman , no sé por qué, "callejero". Al oír este nombre siempre me acuerdo de una canción de Alberto Cortez que lleva ese título y que le gusta mucho a mi papá.Cuando la oigo, me llena de ternura y al mismo tiempo de orgullo canino al oír la vida de este perro que era de todos y que era de nadie:

“Era callejero por derecho propio;
su filosofía de la libertad
fue ganar la suya sin atar a otros
y sobre los otros no pasar jamás...”


Bueno , voy a dejar un poco la melancolía que me produce cuando la oigo para terminar de contarles lo que había medio empezado. Les había dejado en la acera, yo observo del otro lado a ese perro, sin raza determinada, entre pequeño y mediano,pelo oscuro que vagabundeaba sin dueño. Delante de él iban paseando dos señoras mayores sin ser ancianas.Seguramente iban contándose esas cosas que para ellas son muy importantes, aunque sea que la vecina del piso de arriba ha dejado el grifo suelto y le ha puesto el techo del cuarto de baño hecho un asco... Una de ellas paseaba un perro pequeño, tipo foxterrier, que a mi amigo el callejero le gustaba, o sencillamente se encontraba tan solo que quería simplemente olerle y saludarle. La señora que iba contándole sus anécdotas a la otra miró hacia atrás y al verle, le lanzó una botella de agua de plástico para espantarle, pero con un gesto de rechazo que acompañaban a unas palabras, que no pude oír bien porque estaban al otro lado. Mi papá que observaba también la escena, tampoco entendió las palabras de la buena mujer, pero bueno, eso ya me extraña menos.

Lo cierto es que los dos comentamos el hecho que nos indignó muchísimo. Primero por la manera de rechazarle, segundo porque mi amigo sólo quería saludar a su compañero, tercero porque de todas maneras el perro no era suyo y no sabía si a su dueña le importaba o no que se acercara. Los dos nos quedamos mirando al perrito callejero que se marchó con el rabo entre las piernas, sin saber a dónde dirigirse, porque al parecer no le esperaba ningún dueño y no tener ninguna casa donde sentarse en el suelo. Pensé que era una perrita con suerte, pero pensaba más en mi amigo que no tenía casa.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Looks nice! Awesome content. Good job guys.
»

Entradas populares