Desinformen, que algo queda.

Hoy es domingo. Hay tantas formas de encarar un domingo que si dejáramos un poco volar la imaginación , podríamos crear decenas, cientos, miles, millones de maneras de ocupar , vivir, o simplemente pasar un domingo.

Escojamos la de un solo personaje. Por ejemplo ése que sale del quiosco con varios periódicos bajo el brazo. Sabe perfectamente que va a obtener más ‘desinformación’ que lo contrario, no obstante los compra . ¿Por satisfacer su compulsiva ‘curiosidad? ¿Por poder verificar una vez más cómo los periodistas se alejan más de su función de ‘informar’, y se dedican a opinar, obedeciendo más a sus pre-juicios que a un razonamiento equilibrado? ¿Por distraerse cuando los periodistas se dedican solamente a la creación literaria o a su verdadera labor? En realidad , creo que nunca llegaremos a saberlo porque él mismo no conoce sus razones íntimas.

Este escepticismo, este desdén, este hartazgo crece día a día , a medida que va conociendo los trucos, más o menos evidentes, que rigen la ‘desinformación’. No sé si ha leído en alguna parte las “Twenty-Five Rules of Disinformation” o las distintas tretas de quedarse con el personal: satanizar al adversario, la creación de chismes y rumores por si cuela, el dar por presupuestas noticias no confirmadas , el uso de la falacia y la mentira, la omisión de los detalles que no concuerdan con la opinión del que escribe, la saturación informativa, la creación de ‘noticias-ruido’ para desviar la atención de los problemas reales...

Un ejemplo, si hoy abre los periódicos noticias que deberían ocupar cualquier rincón en la sección de Sociedad, verá que acapara las primeras páginas , editoriales, artículos de opinión, ríos y ríos de tinta. Como que dos individuos se casen, con Alcalde oficiante incluido, debiera conmover a toda la población, o que Monsieur le Maire de Paris mida la tela que tienen que tener los bikines, y los centímetros cuadrados del cuerpo que puedan ser expuestos al sol de la ‘playa’ parisina o discutan si 38 euros bien valen un despelote en París. “Ruido, ruido, mucho ruido...” que cantaba el Sabina. Ruidos de ‘besadas gays en Madrid’, ruidos de redadas de peces marbellíes que pernoctan en Alahurin, ruido de fichajes, ruido de viajes ... ruido, ruido, demasiado ruido.¿Cuántos árboles para no mostrar el bosque.

Quizá es que ningún lector, ningún político , tampoco por supuesto ese señor que hemos visto antes con sus periódicos bajo el brazo, quieren que les amarguen las deseadas vacaciones con todo lo que de verdad se cuece. Mientras eso se sigue tratando, los turistas duermen en los aeropuertos, no encuentran sus maletas, ni saben siquiera cuál es su lugar de destino. Todos tapándonos los oídos para no oír las bombas, tapándonos la nariz para no oler tanta basura, cerrando los ojos para no enterarnos de que los cayucos siguen siendo el ataúd de los que intentaron la aventura.

Pero claro, el señor de los periódicos también trata de dis_traerse, aunque no viaje, no torrefacte su barriga al sol, no frecuente los lugares de copas, no vaya a los toros, o no haga ninguna de esas cosas tan ‘relajantes’ que se hacen en verano. Cada cual mata sus pulgas como puede.

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