Un viaje eterno

Era un 10 de mayo de 1981, hace justamente veinticinco años. Tres jóvenes , Juan, Luis Manuel y Luis de 24, 29 y 33 años, emprendían un largo viaje desde Santander hasta el otro extermo de la península. Iban contentos a pesar de los kilómetros que debían recorrer , lo tomaban con los ánimos propios de la edad, alejarse de la rutina, de la cotinianidad de sus trabajos respectivos, la perspectiva de unos días de fiesta familiar , nuevas caras, nuevos paisajes. Juan iba a la primera comunión de su hermano Francisco Javier, los dos luises le acompañaban ilusionados por conocer Andalucía.

Al llegar a Puertollano, el destino , ese dios caprichoso, quiso que el coche en que viajaban los tres jóvenes se averiara. Allí mismo alquilaron otro coche , un Ford Fiesta, para llegar a Pechina, en Almería porque no querían faltar a la celebración familiar. Para los que no lo recuerden hay que decir que aquellos primeros años de la Democracia recién estrenada eran tiempos difíciles, quizá, algo más difíciles en muchos aspectos que los de ahora. La máquina asesina de ETA funcionaba a pleno rendimiento, tres días antes el teniente general Joaquín Valenzuela Jefe del Cuarto Militar del Rey había sufrido un atentado en el que resultó gravemente herido y sus tres acompañantes habían fallecido como consecuencia de la explosión. Las fotos de los terroristas habían aparecido en todos los telediarios. Dio la casualidad, otro capricho de ese dios veleidoso, que un vecino que acababa de ver aquellas fotos y vió a los tres jóvenes subirse al Ford creyó reconocer en ellos a alguno de los rostros que había visto en el televisor. Cogió el número de la matrícula del coche y avisó a la Guardia Civil.

Mientras esto ocurría, la familia de Francico Javier seguía esperando a Juan y a sus amigos. Nadie comprendía el retraso y nadie tenía noticias de ellos y la ceremonia comenzó sin ellos. Mientras, a varios kilómetros de los cantos y los ritos tenía lugar una ceremonia más macabra. El teniente coronel de la Benémerita, Carlos Castillo Quero lanzaba a sus efectivos a la caza y captura de los supuestos 'sospechosos'. Los tres jóvenes fueron localizados en una tienda de Roquetas de Mar cuando realizaban unas compras, sus últimas compras, quizás algunos regalos para Francisco Javier.

Tres años más tarde se descubriría la trágica historia, la información difundida por el Ministerio del Interior había sido la siguiente: ¡los tres jóvenes portaban armas , iban indocumentados y habían perdido la vida en un accidente de circulación después de que los guardias hubieran disparado a las ruedas del vehículo para evitar su huída'. Ese fue el informe oficial que los ciudadanos tuvimos sobre aquel extraño suceso.

La verdad, o al menos parte de la verdad, se supo a través de una carta remitida en 1984 a la familia de Juan Mañas por "un agente de la Guardia Civil, pero no un asesino". En aquella misiva se conocían datos que no hubiéramos sospechado, como siempre los ciudadanos nos enteramos demasiado tarde si es que nos enteramos, y tan sólo llegamos a conocer una parte de los hechos. Los hechos eran que el Teniente Coronel de infausta memoria y varios de sus hombres llevaron a los chicos hasta un antiguo cuartel donde los tres fueron salvajamemente torturados, asesinados de un tiro en la cabeza, envueltos en mantas viejas, introducidos en su propio coche al que prendieron fuego, con el cínico detalle de rociar con gasolina el vehículo con el dinero de las víctimas. Tras esta indefinible conducta ametrallaron, hasta vaciar sus cargadores, coche y cadávares. Demasiado truculento, demasiado cruel, demasiado inconcebible... para tratar de asimilarlo.

Hoy, Francisco Javier , el hermano comulgante - iba a decir un disparate- a sus 33 años, además del dolor y la rabia que no le han abandonado sólo se atreve a decir, casi rogando, "Pido que a mi hermsno y a sus amigos se les reconozca como víctimas del terrorismo", porque aunque nos duela decirlo, esto tiene el mismo nombre.

Veinticinco años de silencio , el PSOE que utilizó esta matanza como arma contra la UCD, no volvió a mencionarlo una vez en el poder. La memoria y el recuerdo de estas tres víctimas, pasó a otra vida, que no podemos denominar mejor. " Tengo muchos recuerdos, dice Maria Dolores , la hermana de uno de los invitados, pero no quiero recordar, no quiero" . Juan, Luis Miguel y Luis, ni eran 'gudaris', ni hijos de gente importante, eran simplemente tres empleados de Feve, Fyesa, y Aceriasa, demasiado in-significantes.

Hasta la sencilla placa que conmemora los hechos no se atreve a llamar por su nombre este terrible asesinato:

EN ESTE LUGAR APARECIERON
CALCINADOS LOS CUERPOS DE
JUAN MAÑAS MORALES DE 24 AÑOS
LUIS COBO MIER DE 29 AÑOS
LUIS MONTERO GARCÍA DE 33 AÑOS
EN EXTRAÑAS CIRCUNSTANCIAS
VUESTROS PADRES HERMANOS
FAMILIARES Y AMIGOS
NO OS OLVIDARÁN JAMÁS
D. E. P.
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Foto: Cartel de la película "El Caso Almería"

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