Pereda - Galdós: una conversación

Image hosting by PhotobucketHacía algún tiempo que no asistía a una representación teatral. No porque no me guste el teatro, sino por un conjunto de circunstancias que no es el momento de pormenorizar. Además poco importan, si no es al interesado.

Esta tarde he tenido ocasión de asistir a una breve representación pero llena de contenido , ritmo y naturalidad en una pequeña sala no especialmente diseñada para espectáculos teatrales.Quizá este no-teatro al uso, fuera lo mejor para asistir a esta "Conversación" entre dos personajes de mentalidades y opiniones dispares pero unidos por la amistad, afinidades literarias y sobre todo por un mutuo respeto y tolerancia.

El escenario, si es que así pudiéramos llamarlo, no es más que una tarima , apenas elevada sobre las sillas de plástico de los supuestos espectadores , que más bien se convierten en clientes de este bar que no es bar, donde no hay un camarero que acuda a la impaciencia de D. Benito (Luis Oyalvide) y donde los dos personajes que charlan, fuman, recorren un Santander seleccionado por Pereda, como dos fantasmas de sí mismos.

Nada más entrar en la sala, un exacto José Mª Pereda, (Miguel Meca) nos espera, sentado, mientras fuma y toma notas en su agenda. Lee, escribe, corrige mientras los espectadores (?) van llegando. Ya estamos instalados todos en ese café donde no se sirve café, donde no hay más veladores, donde no aparecerá ningún camarero. Escuchamos el diálogo de dos amigos que hablan de sus visiones dispares del mundo, de las opciones políticas, religiosas, sociales, pero sobre todo hablan de Santander. En la pantalla , único elemento que nos pasea por las imágenes de una ciudad de finales del siglo XIX , vamos subiendo a las calles del Cabildo alto, nos paseamos por calle Alta dónde situó Pereda a su "Sotileza", pasamos por delante de la Casa de Recogidas de Santa María Egipcíaca o bajamos y nos paseamos por las Atarazanas, El arcillero, Garmendia o por la calle de San Francisco con sus tiendas, bares y teatro... que a Pereda, no muy amigo de modernizaciones, se le antoja una especie de Calle de Alcalá.

Finas notas de humor, guiños a los clientes de este bar deshabitado. La serenidad y ligera ironía de un Pereda más sosegado, dan la réplica a un Galdós más vital, más impaciente no se sabe si por el camarero que no llega o por temperamento. Pero ambos coinciden en el amor por esta tierra, por la literatura, el teatro y este pasear tranquilo no se sabe si para ver o para perderse.

Una media hora de charla que ellos y nosotros continuamos, mientras las luces de ningún escenario nos van diluyendo en sombra.

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Compañía teatral "La Machina"

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