El culto a la Muerte

Hoy, al ojear el periódico, el azar hizo que se abriera por un suplemento llamado Panorama, que se adelantaba a la Semana Santa. La imagen que aparecía me produjo una extraña e inconsciente sacudida. De repente me devolvió momentos de mi infancia, momentos más bien tristes, de la tristeza indefinible ligada a esta fechas. Sin embargo la figura que provocó esa reacción que anidaba ahí dentro de mí desde hace muchos años, representaba una imagen de un Cristo resucitado, medio desnudo, el torso al aire, una cruz muy fina de bronce en la mano izquierda como simbolizando el triunfo sobre la muerte... Pero ni su cara , ni sus costillas al aire daban muestra de alegría y triunfo, me seguían produciendo tristeza.

Con todo el respeto que merecen las tradiciones de este pueblo tan especial que somos, me puse a pensar de qué hondas raíces brota este gusto por la muerte, el dolor, el sacrificio, este gusto por lo trágico , lo tétrico. Es como si gozáramos rindiendo este culto al dolor, por más que queramos adornarlo de procesiones , celebraciones y festejos. Por más que esta Semana Santa se desdoble entre las playas , el turismo y las procesiones.

No quiero hacerme pesado con esta reflexión, que en realidad a mí solo va referida.Pero me he puesto a repasar , nombres de cofradías, textos literarios sobre el tema, costumbres... Y me encuentro con nombres como éstos:La Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias, María Santísima de las Penas , La Quinta Angustia, La Sagrada Mortaja, Ntro. Padre Jesús de la Sentencia,La Amargura, Jesús Despojado ... y no sigo

Me voy a los textos y leo el poema tremedista que Unamuno escribió, tras su visita al trágico Cristo Yacente del monasterio de las Claras, en Palencia...

[...] Este Cristo, inmortal como la muerte,
no resucita; ¿para qué?, no espera
sino la muerte misma.
De su boca entreabierta,
negra como el misterio indescifrable, fluye
hacia la nada, a la que nunca llega,
disolvimiento.
Porque él, el Cristo de mi tierra es sólo
tierra, tierra, tierra, tierra...

Oigo la saeta de Antonio Machado

¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

Y deduzco que este pueblo nuestro, tan aparentemente vital, tiene un gusto morboso por el dolor y la muerte. ¿Alguién puede explicarme de qué hondo hontanar brota este sentimiento? ¿O soy yo el que está equivocado y es una sensación que yo solo percibo?

Perdón , si les he dado el sábado.¡Enrique, ven por favor! ¡Sálvanos de tanto tremendismo!

Y para no aumentar la sensación de tristeza, prescindiré de todas la imaginerías, por artísticas que sean algunas, y no ilustraré estas reflexiones.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Para mí la Semana Santa es, desde la infancia, sinónimo de vacaciones porque no había colegio, de estreno ("el domingo de Ramos, el que no estrena no tiene manos"); recuerdo de buñuelos de bacalao y torrijas de moscatel y miel, elaboradas con el cariño de una madre a la que no le sobraban los recursos; de primavera, de luz, de flores, del campo en su esplendor.

No llegaron a afectarmelos ayunos y abstinencias (en casa la carne fue articulo de lujo mucho tiempo)que nunca llegué a entender. Las procesiones suponían ir hasta la Plaza Mayor, aunque apenas llegaba a percibir algo más que el redoble de los tambores.

Las saetas siempre me parecieron un auténtico peñazo, excepción hecha de la que reflejas y que llegué a apreciar en su belleza en la voz de Serrat. Y en las imágenes, desde siempre, he tratado de apreciar la belleza y perfección de las facciones, sin buscar la razón de la expresión de un dolor interpretado, porque solo son eso: imágenes.

Sin embargo, conozco y entiendo lo que plasmas en el blog, porque es un sentimiento común en muchas personas.

Pero creo que va siendo hora ya de que le quites trascendencia a estas cosas, porque son lo que son: un evento social para los católicos practicantes, un espectáculo para mucha gente y una tradición "cultural" de nuestra tierra. Todo ello respetable, por más que algunos ritos nos puedan parecer ciertamente salvajes y estúpidos.
Douce ha dicho que…
Me ha gustado mucho que hayas querido compartir conmigo lo que evocan para ti estos días. Ese olor a torrijas y buñuelos, esa luz de flores y de campo en primavera. Es estupendo ver de cuántas formas distintas nos habita la infancia.

De todas formas, a pesar de mis reflexiones , tambièn hay otras sensaciones ligadas a estos días y las ceremonias que las acompañaban. Hay una ilusión de niño que corre tras los pasos , que se excita al oír el ruído solemne de los tambores y el estrépito de las trompetas . Hay la admiración ante imágenes, personajes extraños, cogullas y capirotes que evocan misteriosas visiones.

También eso lo respeto y lo asumo, porque forma parte de mí y me incomoda un poco que algunos se burlen, bobaliconamente, con coronas de espinas mal colocadas sobre sus testas.

Es grato poder compartir estas vivencias

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