Douce matinal

¡Hay que ver qué estúpida puede ser la gente! Resulta que esta mañana, como hago todos los domingos, acompañé a mi papá a comprar el pan de cada día y los periódicos, también de cada día. Manías suyas.

Mientras él hace sus compras yo me dedico a mis cosas. Oliendo , oliendo a veces me extravío un poco, o me pierdo entre las ruedas de los coches y le vuelvo tarumba. Ya sabe que no tiene que preocuparse, porque más pronto o más tarde, acabo apareciendo poniendo cara de la que no se ha enterado del asunto.

Esta mañana, después de comprar los periódicos , como la quiosquera tenía que hacer las cuentas en un papel por los dichosos libros, deuvedés y demás accesorios que acompañan a los periódicos, yo aproveché para una de esas escapatorias. Él miraba para uno y otro lado pero con la barrera de los coches no me veía. Un señor, al ver que me estaba buscando, le señaló por dónde andaba y ambos fuimos al encuentro. Yo, como siempre, poniendo cara de ingenua como diciendo "Perdona, estos olores me pierden..."

Hasta ahí todo entra dentro de la normalidad. Después de la compra de los periódicos y una breve amonestación que a mí me entró por una oreja y debió de salir por la otra, le acompañé hasta la panadería. Yo seguí oliendo, porque como la zona está llena de tiendas en las que venden de todo, sobre todo chuches, yo aprovecho para oler y si queda algún resto que me apetezca, pues ya saben, no hace falta que yo les diga a qué me dedico. Como tardaba un poco, porque la panadera estaba sacando una bandeja del horno que acababa de pitar el "¡Ya está!", mientras él estaba pagando, entré un poquito en la tienda, en realidad casi ni entré, porque sé que no le gusta.

Él estaba de espaldas a mí y no me veía, cuando oyó a un señor con barba de tres días y cara de bruto, que daba palmadas acompañadas de patadas en el suelo mientras me gritaba: "¡Fuera, perro!". Claro, al verlo así me asustó y le solté un par de ladridos como diciéndole : " Tío, sí soy un perro, pero no me gusta que me griten y me traten de esa manera!". Entonces mi papá, molesto, pero tranquilo, se dirigió al enojado señor, que no sé si había hecho esto por aversión innata a los animales, o por congraciarse con la dueña, y le dijo:

- "Es un perro, pero si usted se lo dice de otra manera, seguro que le entenderá mejor". El 'amable' señor, si así puede llamársele, no dijo nada. Mi papá, cogió la vuelta de los cinco euros y ambos nos marchamos, algo molestos, pero satisfechos por haber 'ladrado' con educación. Yo en mi lenguaje, él en el suyo. Me gusta que en estas cuestiones respondamos al unísono, a ver si la gente se va enterando que no todos los perros mordemos, incordiamos y resultamos molestos. Hacemos cantidad de cosas muy bien. Que se enteren.

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