Cinema Paradiso... una nostalgia

Esta mañana, por una de esas humoradas que me dan en vez en cuando me dio por ir al cine. Si me pongo a pensarlo... ¡ufff! , hacía meses que no acudía a una sala de cine. A mí, que de pequeño y también más tarde, era un mundo que me fascinaba, ha ido dejando de atraerme. Las causas pueden ser varias y no es momento ahora de analizarlas. Una de ellas, probablemente, es la pereza de dejar otros quehaceres de más interés para mí, otra puede ser la desgana que siento ,cada vez más, de acudir a los sitios que frecuenta la gente, Incluso , aunque parezca una tontería, porque pienso si vale la pena gastarse 5 ó 6€ en ver lo que luego puede ser un bodrio. Bueno, de esta última razón no estoy muy seguro.

Las razones que hoy me impulsaron a asistir a la sesión de “matinée” fue precisamente lo insólito de la sesión, 12 de la mañana. Por raro que les parezca ése fue uno de los incentivos para que yo dejara mis tareas y acudiera a las salas de Cinesa. Me recordaba aquellos tiempos en que iba a las películas llamadas matinales y me sumergía en aquel mundo oscuro y mágico que por unas horas me hacía olvidar la vida de fuera y podía vivir otras vidas, otras aventuras, identificarme con otros seres y vivir o sufrir con ellos... Era un mundo que permitía evadirme de otras realidades mucho más monótonas , rutinarias. La segunda razón que me invitó a asistir era mi simpatía por el autor de las historias llevadas , como se decía antes al celuloide y que ahora recogen también otros soportes.

De momento , prefiero no hablar de la película porque quizá le dedique otro comentario más reposado. Lo que sí puedo adelantar es que no ha colmado del todo mis expectativas. Es más , a pesar de todos los medios técnicos, personajes , ambiente, fotografía , la historia o las historias por momentos me ha aburrido, me ha defraudado . Demasiadas batallas, demasiados enredos no siempre fáciles de seguir, demasiado ‘cine’, demasiado artificio cinematográfico. Tal es así, que recorriendo la misma historia en una especie de historieta gráfica , me ha parecido más inteligible e interesante.Y no es que considere que la película, muy promocionada, me parezca que carece de virtudes, que las tiene, y a lo mejor las comento, pero es que veía más cartón piedra que vida de verdad. Claro que no deja de ser una visión muy personal que será muy diferente para el público que la vea.

Lo que sí he sentido que el ‘acto del cine’ ha perdido para mí la magia que tenía antaño. No me refiero a las películas, hablo de lo que significaba para un niño o un adolescente ese ‘Cinema Paradiso’, cuando no había la saturación y el empacho de ‘imágenes’ que rodea a los niños y jóvenes de ahora. Desde niños han vivido pendientes de alguna pantalla, de televisión, de máquinas, de artilugios varios, más imágenes que vida real y este mundo no les fascina tanto.

Los que vimos las primeras imágenes de televisión pasada la niñez y parte de la juventud, los que accedimos muy tarde a las pantallas en color, los que no tuvimos ni vídeos, ni deuvedés, hasta anteayer, ir al cine era algo muy distinto de la realidad. Para la gente joven y no tan joven , no puede ser lo mismo. También las salas de cine han cambiado. Los ‘cines’ han sido expulsados del centro de las ciudades. Ahora están ubicados en grandes espacios comerciales , casi como una sección más: moda, electrónica, cocina y menaje, cafetería, restaurantes, galerías comerciales... No tienen ‘personalidad’ , todas las salas se parecen y no sabes si estás en el Coliseum, en el Taramona, en el Bretón o en el Cinema Salamanca... por poner nombres antiguos de mi infancia.

La gente entra en la sala y debe buscar su fila y su asiento. Ya no existe la figura entrañable del acomodador o acomodadora que te acompañaba con su linterna apuntando hacia abajo y te señalaba tu asiento, sorprendiendo quizá alguna pareja que ya había empezado también su propia película. Con un chicle podías pasar toda la película, ahora la gente entra con un enorme paquete de palomitas y un vaso enorme de coca-cola. Es cierto que las salas están asépticamente insonorizadas que las butacas son cómodas y no chirrían al levantarlas y bajarlas como aquellas butacas de madera. Que no se cortan las películas , ni se apaga el sonido ya no es necesario gritar ¡sonorooooo! que avise al proyeccionista que las bocas de los actores se mueven pero no se oye lo que dicen. Ya nadie oscurece la pantalla cuando la pareja de amantes se dan un beso de tornillo o hay alguna escena ‘inapropiada’. Eran películas , dentro de la película, además del NO-DO.

Pero por qué cuento estas cosas que ya no interesan a casi nadie, sólo me interesan a mí y a dos o tres nostálgicos. No puedo contarle a mis hijos estás cosas porque abrirían ojos como platos y me dirían “ ¿Papá , ya empezamos...? ¿No te habrá dado, a tu edad, por la bebida?” Y tienes que callártelo , o contártelo a ti mismo para ver si tú también dudas que hubo besos ‘cortados’, besos robados...

Lo que sí he seguido observando es lo poco que la gente sigue amando de verdad el cine. En cuanto llega el final , antes se veía por lo menos el ‘The End’ para que las parejas se enteraran por lo menos que la ‘otra’ película había terminado, todo el mundo salta de sus asientos como su tuviera prisa por salir. No tienen la cortesía , el interés de ver toda la gente que ha trabajado en ese trozo de vida más o menos bien contado. Sólo les interesa los actores y si acaso el Director, ni los guionistas, ni el técnico de sonido, la luminotecnia, la fotografía, el vestuario, los asesores, los asistentes, la maquilladora... Nada, no les interesa para nada. Hoy me quedé yo sólo viendo una enorme lista, excesiva quizá por la cantidad de nombres y personas que han intervenido. Es probable que en este caso estaba demasiado pormenorizado , quizá porque son muchas las personas que han intervenido en esto que llaman ‘superproducción’. El encargado, que seguramente tenía que limpiar de cucuruchos, papeles, botellas, la sala, me miraba entre extrañado e impaciente, y no quise retrasar su trabajo porque la próxima sesión estaba a punto de comenzar.

Yo también dejo de contar esta ‘película’. Comienza otra sesión

Comentarios

Enrique Gallud Jardiel ha dicho que…
Una entrada llena de evocaciones. El cine fue para mí el refugio de una niñez agitada. Recuerdo su olor característico y cómo me sentaba siempre en la butaca central de la primera fila, yo solo. Cogía tortícolis, pero imaginaba que el cine entero estaba vacía y la película era para mi.
Cuando una película me gustaba mucho, la veía varias veces en programas de sesión continua, aunque tuviese que tragarme cosas raras. Recuerdo que, una vez, para poder ver tres veces seguidas FANTASÍA, de Walt Disney, tuve 2ue ver dos veces una horrorosa película de la Sara Montiel, donde la raptaban en Casablanca y luego... pero afortunadamente he olvidado lo que pasaba luego.

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