Charlando con Douce

- Mira, Douce, lo que estoy leyendo.
- ¿Pero es que no puedes dejarme descansar tranquilamente después del paseo?
- Bueno, si te pones así, no te lo leo. Lo sentiré, porque me gustaría comentarlo contigo
- A ver, suelta el bolo , Bartolo, (o suelta el rollo, Rebollo)
- Estaba releyendo a César Simón, porque quería fijarme en cosas que a lo mejor en la primera lectura no había reparado, y he encontrado este pasaje referido a su gato.
- ¿Y a mí qué me importa el gato del señor Simón? Sabes que desde que murió 'Calcetines' los otros gatos no quieren ser amigos míos. Esos bichos son unos desconfiados.
- Lo sé, Douce y lo siento por ti , porque te gustaría tener un amigo gato, pero eso es así y no podemos cambiarlo.
- Pues me gustaría. Y ¿sabes por qué?
- No
- Pues sobre todo para echar abajo uno de los tópicos de los humanos ése que dice " se llevan como el pero y el gato". Me joden, perdón, me molestan todos los tópicos.
- Vale, ya que te has desahogado te leo lo que dice don César: " Este gato mío, Merlín, que es negro y pesa siete kilos, es uno de los consuelos de mi vida. Porque la vida se nos va deteriorando, y ya bastante maduros la consideramos con toda relatividad, con todo escepticismo, a pesar de que procuramos salvarla, enalteciéndola un poco...
- Bueno, ¿me vas a contar la historia de ese gato gordinflón y soso, o me vas a contar tu vida chocha?
- Vaya, ya veo que hubiera sido mejor dejarte descansar , porque vaya modos. Mi vida no es chocha, has de saberlo, y mi escepticismo no alcanza las cotas de este señor, pero hay cosas en las que si me reconozco. Por ejemplo en lo que sigue, y tú me has cortado: ..."Y con todo ese escepticismo y amargura, ahora, nos agarramos a lo más humilde, para sonreírle un poco."
- Noto en esa 'observación', alguna ligera alusión. ¿Quieres decir que formo parte de eso que ese señor tan triste denomina 'humilde'?
- Señor! ¡Qué suspicaz estás!
- Es que te conozco, y te veo venir... Anda, sigue.
- Seguiré, si no me interrumpes demasiado.
- Pero vamos a ver, ¿no has dicho que querías compartir conmigo la lectura, y ahora me dices que no te interrumpa? La verdad es que es difícil saber lo que quieres, tío. Venga , me callo un rato.
- Prosigo: "... No voy a contar todas su habilidades. es un gato algo sobrio, y montañés, que no se deja manosear, pero paciente y amigo. Siempre se aposenta cerca de mí , se entrega a su descanso y me acompaña...
- Lo encuentro un poco 'soso' al amigo, pero sigue leyendo.
- "... Todos los domingos , a estas horas, mientras me instalo en el sofá del comedor , para leer o escribir, él se sienta enfrente , en la mesita del sofá, en posición estatuaria. ¿Qué animal puede compararse en perfección y elegancia a un gato, sentado o tendido que, cuando sentado, junta las patas delanteras y enrolla delicadamente la punta de la cola sobre sus mitones?
- ¡Alto, ahí! Porque lo que dice ese señor ya me parece demasiado. Me parece muy bien que ese señor alabe la elegancia de los gatos en la que yo no puedo fijarme porque la mayoría de las veces que me ven encorban su cuerpo, me miran con ojos poco amables y , a veces, ronronean de una manera que no me gusta nada. Pero aparte de eso, el señor Simón debería conocerme a mí, que en primer lugar, si me gusta que me manoseen, me encanta y además tengo tanta o más paciente que él - sobre todo tratando con quien trato- , y en cuanto a 'posturitas' le podría dar muchas lecciones al tal Merlín, que ya sólo por el nombre se puede adivinar que les gusta ir de listos por la vida.
- Douce , yo no trataba de hacer comparaciones. Ya sé que le ganas en muchas cosas a los merlines, que escuchas pacientemente, sabes respetar mi trabajo y en cuanto a posturas tienes varias y todas muy elegantes . Si te leía este pasaje es para explicarte que tú cumples muchísimo mejor esa compañía silenciosa, y paciente.
- Bueno , menos mal que me dices algo bonito, porque ya empezaba yo a mosquearme con el minino ése.
- Pues termino , porque esto último también lo sabes hacer tú mucho mejor."...Desde esa postura me contempla. Y esta es la razón de que yo escriba esto: esa mirada"
- Pues muy bien, ¿tienes algo que decir tú de mi mirada?
- Pues tengo que decir que cuando me observas , atraído por mi actividad o me ves mover las manos, te preguntas desde tu mundo particular , qué es lo que hago, qué significa para mí, y en tu mirada veo que me entiendes a tu modo.
- Vale. Ahora si me permites, ya que te he escuchado me vas a permitir que siga descansando. Feliz lectura.

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