Antes de que caiga el telón
Sabe que cada día le queda menos tiempo, que cada hora que avanza le acerca al adiós. Tendrá que despedirse de estos pasillos, de estos pupitres, paredes,ventanas, encerados. Pero no es del escenario de sus representanciones diarias del que se está despidiendo un poco cada día mientras llega el momento de que caiga el telón que indique que su representación ha terminado. Seguirán ahí los espectadores, esperando a otro actor, a otros actores, en una obra que permanecerá en cartel en reposiciones interminables.
En lo que piensa el actor, entre la aceptación tranquila y una leve nostalgia , mientras el telón sigue levantado, es en esos ojos que le miran, le interrogan , le escrutan, devolviendo el esbozo de una sonrisa,el rubor de una cara, la ensoñación de los que no oyen: "s'il vous plaît", "imparfait", "ne vous inquiétez pas", "à tout à l'heure", "on se reverra plus"... su mente está más lejos tarareando quizá otro "ne me quitte pas"...
Ahí están, es el rostro vivo de Cecilia, impulsiva y aplicada, la mirada dulce de Mar suave como el sonido de su oboe, el rubor perenne en las mejillas tímidas de Ana, en la ingenuidad atrevida de Nuria, en el hermetismo tímido y rumano de Alina, en el desparpajo atrevivo de Javier, en la redondez de la mirada de Sara, o en la reserva alargada de Germán - cuándo dejará de crecer este muchacho-, qué alturas alcanzará si cada día alarga los centímetros de su metro noventa y elevándose...
Es eso quizá lo que más echará de menos, la recompensa callada diaria que relega al olvido otros pequeños sinsabores.
En lo que piensa el actor, entre la aceptación tranquila y una leve nostalgia , mientras el telón sigue levantado, es en esos ojos que le miran, le interrogan , le escrutan, devolviendo el esbozo de una sonrisa,el rubor de una cara, la ensoñación de los que no oyen: "s'il vous plaît", "imparfait", "ne vous inquiétez pas", "à tout à l'heure", "on se reverra plus"... su mente está más lejos tarareando quizá otro "ne me quitte pas"...
Ahí están, es el rostro vivo de Cecilia, impulsiva y aplicada, la mirada dulce de Mar suave como el sonido de su oboe, el rubor perenne en las mejillas tímidas de Ana, en la ingenuidad atrevida de Nuria, en el hermetismo tímido y rumano de Alina, en el desparpajo atrevivo de Javier, en la redondez de la mirada de Sara, o en la reserva alargada de Germán - cuándo dejará de crecer este muchacho-, qué alturas alcanzará si cada día alarga los centímetros de su metro noventa y elevándose...
Es eso quizá lo que más echará de menos, la recompensa callada diaria que relega al olvido otros pequeños sinsabores.
Comentarios
A pesar de lo que llegamos a despotricar diariamente de algunos mentecatos, somos buena gente ¿verdad?, les tenemos cariño. Y eso, por lo general, se suele también recibir por parte de ellos.
Un saludo.
Son muchos más a los que apreciamos y nos aprecian.
Gracias 'Meritxell' y ánimo