La isla de los ratones

HOJAS SUELTAS DE POESÍA

Entró en la librería como quien entra en una panadería para comprar el pan de cada día, o el de cada semana, o el de cada quince días... Es una necesidad que le pide su curiosidad, su compulsión o sus caprichos. Necesita de vez en cuando renovarse por dentro, leer lo que otros escribieron, por necesidad íntima tal vez o simplemente por gusto, porque les apetecía dar y darse razones de vivir, razones de compartir, razones de vivirse.

Sobre la mesa de la izquierda, en aquel recinto cuadrado donde la poesía, la historia, los relatos o los clásicos montan sus tenderetes vio un libro de cubierta blanca y dura. En la portada y en el lomo tenía impreso el título “ La isla de los ratones” (hojas de poesía). Aquellas ‘hojas’ que la censura de los cuarenta y los cincuenta no permitió que fueran ‘ni cosidas ni grapadas’, tan sólo podrían ver la luz como ‘hojas sueltas’ , volanderas, sin numerar, sin fecha. ¿Caprichos de censores? ¿Envidias?, el impulsor del proyecto, Manuel Arce, apenas dejar entrever los motivos. Es lo de menos, quizá lo de más sea el impulso, las ganas de repartir poesía y creación en tiempos muy difíciles, cuando se sentía la íntima necesidad de respirar de alguna manera en un ambiente asfixiante para cualquiera que tuviera edad y razones para proclamar , aunque fuera levemente y de puntillas, sorteando toda una serie de barreras y censuras, los afanes de libertad y desahogo. Santander , por distintos motivos , como en otros muchos sitios de España, grupos de jóvenes inquietos, a la sombra a veces de maduros maestros , empezaron a hacer sonar sus voces .

Así, junto al ‘Proel’ de los Hierro, Salomón, Gullón, Maruri, Nieto, Arroita-Jáuregui y otros, surgió en una habitación de la casa de los tipógrafos Bedia esta “Isla de los ratones”, nombre que apareció después de haber barajado unos cuantos que no se parecieran a las revistas de la época: Verbo, Espadaña, Gracilazo, Proel, Corcel... Un pintor , ya aburrido de tanto barajar nombres y nombres, antes de marchar dijo: “ Y por qué no la llamáis ‘Isla de los ratones’” Su impulsor repitió cuatro o cinco veces el nombre y no lo dudó un instante . Se llamará “Isla de los ratones”.

Esta isla que ya no es isla , si lo fue alguna vez, hoy no es más que una roca. En otros tiempos, dicen, fue una pequeña isla que sirviera como de Lazareto donde eran retenidos , en forzada cuarentena, los enfermos que llegaban de ultramar con enfermedades contagiosas. Quizá por eso la imaginación popular no sólo pensó en enfermedades incurables sino en la presencia de estos ‘malditos roedores’. Hasta aquí las historias o leyendas.

El hecho fue que desde 1948 a 1955 en estas ‘hojas de poesía’ fueron apareciendo las voces de poetas ya consagrados , junto a las de que entonces apuntaban. En el primer ‘número’ junto al “Saludo” de Aleixandre, aparecen los nombres de José Luis Hidalgo, Mª Teresa de Huidobro, Manuel Arce, Erslin Cummings, Carlos salomón, Juan Guerrero Zamora, Jesús Pardo o José Mª López Vázquez. A ésos primeros nombres se unirían otras voces, otras firmas, otros dibujos, : Miguel Hernández, Gerardo Diego, García Lorca, Victoriano Crémer, Julio Maruri, Camilo J. Cela, Miguel Labordeta, Gabriel Celaya... una lista interminable.

Compró el libro y salió pensando en aquellos nombres, y en aquellos años , en que él aún dormía otras infancias. Luego con más tiempo ojeó el libro, leyó algunos poemas , algunos rozaban su alma, otros le sonaban más queridos y entraban más dentro, con el sabor agridulce que le dejan casi siempre muchos poetas: Y escribió seguido porque no es un poeta:

“Estos poetas que siempre lacrimean, que hablan de aves, árboles y muerte, que se quejan de Dios, que no los oye...Cantan todos con palabras diferentes parecidas penas.¡Qué pesados pueden ser los poetas! ¡Qué tristes trastos torpes!

No quiero ser poeta que se queje eternamente de sus propias ausencias. Los pájaros no se quejan, los árboles no lloran su soledad, los perros callejeros no se lamentan nunca de su suerte y pasean tranquilos a damas y vagabundos con la misma paciencia.

Los poetas son perversos, los poetas lloran eternamente, nos aburren con sus males, sus cuitas y sus sueños. Hay pocos poetas que sonrían, sólo lamentan el amor que tuvieron y que no tienen, el que sueñan tener. Poetas lastimeros , poetas doloridos, poetas, poetas, poetas...”


Referencia:
"La isla de los ratones" (Hojas de poesía) 1948-1955
Visor libros. 799 pág.

Comentarios

Entradas populares