Ser profesor es algo más que un 'título'.

Sufrí, como muchos otros, la enseñanza de algunos profesores universitarios. Y también los tuve excelentes. Terminados mis estudios en la Universidad, seguí algunos años adscrito a ella como profesor asociado o contratado y comprendí que ése no era mi camino. Me faltaba ambición, la preparación que yo creía necesaria y sobre todo la vocación para aspirar a esos puestos que necesitan todas esas cosas y alguna más. Hace algunos años tuve de nuevo contacto directo con el mundo universitario y comprobé de cerca que no habían mejorado demasiado las cosas, la endogamia, las cátedras 'reservadas', las envidias, las zancadillas seguían y volví al que siempre he considerado mi puesto.

He seguido teniendo noticia de la 'metodología' utilizada, de los 'textos', de los documentos mal fotocopiados, de las 'pruebas', las clases 'magistrales', las prácticas evaluativas que sirven para calificar a los alumnos y no han cambiado casi nada y en algunos casos me da la impresión de que han empeorado. Por eso cuando hoy, por casualidad, me he topado con este 'decálogo' del ex profesor de Estadística de la Universidad Pontificia de Comillas Pedro Morales, me doy cuenta cómo estas 'pautas' , referidas en principio a profesores universitarios, también son válidas para todos los que reclamamos el título de profesor. También los profesores necesitamos reflexionar sobre nuestra manera de enseñar, no toda la culpa está en los alumnos a los que también con demasiada facilidad acusamos de todos los males que ocurren en las aulas.

1. Nunca comuniques a tus alumnos los objetivos de la asignatura, si es que alguna vez lo has pensado, Los alumnos podrían llegar a darse cuenta de que la asignatura es inútil.

2. La información es una fuente de poder: si no quieres perderlo, mantente siempre en una cierta ambigüedad. No des normas claras, ni mucho menos digas qué y cómo vas a evaluar. Te expones a perder autoridad o que tus alumnos dejen de venir a clase (¿por qué iban a hacerlo?). Cuanto menos te definas estarás más a salvo de las críticas.

3. Empéñate en explicar toda la asignatura en tiempo de clase: puedes dar por supuesto que tus alumnos no saben leer. Además, si no te pasas toda la clase explicando, tus alumnos podrían llegar a darse cuenta de que no sabes hacer otra cosa.

4. Convierte tus clases en clase de dictado. Cuanto más copien tus alumnos, mejor, y cuanto más deprisa, mejor todavía: así no habrá tiempo para preguntas inútiles o incómodas. Además, si las cosas van mal, se deberá siempre a los malos apuntes, no a tus malas explicaciones.

5. Evalúa solamente al final del curso o con pocos exámenes parciales, o por lo menos, y esto es lo más importante, con muy pocas preguntas. A la emoción del examen añadirás la emoción de la lotería. Y ya sabemos todos que el que no sabe una o dos preguntas, no puede saber ninguna otra.

6. No se te ocurra evaluar con frecuencia a lo largo del curso, aunque sea de una manera más sencilla e informal y con métodos diversos, porque los alumnos podrían enterarse de lo que saben, de lo que no saben y de lo que deberían saber. Si esto llega a ocurrir te expones a tener que aprobar a todos al final y sufriría tu prestigio respecto a tu alto nivel de exigencia.

7. No caigas en la tentación de utilizar artículos de periódicos, revistas, vídeos, páginas web o blogs que tengan que ver con tu asignatura, ni mucho menos utilices un blog con tus alumnos o aproveches la información disponible en Internet. Mantén el prestigio de la ciencia pura.

8. Nunca confíes en la motivación de tus alumnos ni en su capacidad de aportar algo que merezca la pena. Si estudian es porque no tienen otra cosa mejor que hacer.

9. Convéncete de que somos pobrísimos y de que la escasez de medios nos impide hacer las cosas mejor. Fotocopiar sale carísimo. Si en tu centro hay posibilidad de utilizar Internet, ordenadores, cañones u otros cachivaches tecnológicos, no lo hagas: esos juguetes infantilizan la clase.

10. Cuando no puedas echar la culpa a los alumnos de lo mal que van las cosas, échasela al sistema. Los profesores somos ciudadanos por encima de toda sospecha.

Referencia: Educadores21

Comentarios

Enrique Gallud Jardiel ha dicho que…
Una sarta de grandes verdades, a las que se podrían agregar otras muchas del mismo estilo. Gracias, Julio, por la precisión.

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