... Y se quedaron sin vino

(De la sección "Charlas con DOUCE)
[me está convirtiendo en el chivo expiatorio]


- Pues mira Douce, tal como está el patio si no queremos que nos salga una úlcera en cualquier parte, debemos mirar las cosas con la gafas del humor, así que si no me enrollo demasiado, te comentaré dos anécdotas. Si ves que me alargo en la primera me dices “basta”, y dejamos para otro momento la segunda.

- De acuerdo, pero este principio me da mala espina y, conociéndote, me temo que no habrá segunda anécdota.

- Es posible, pero abreviaré lo más posible. Mira la primera pasó hace mucho tiempo, pero podía haber ocurrido ‘ayer’ y hubiera estallado un motivo más de discordia nacional.

- Imagina que hay unas bodas en un pueblo español cualquiera, pongamos , el Cubo del Vino (Zamora). Los novios, pareja de pardillos, creían que lo habían dejado todo arreglado con el dueño del Mesón-Restaurante “ La venta de Paco” que para eso les había cobrado, por adelantado, una pasta. Por supuesto la pareja , en la medida de sus posibles, quería que no faltara de nada . Pero por lo que fuera, porque habían venido más invitados de la cuenta, porque alguien se había colado diciendo que era familiar de la novia, a los del novio y del novio a los de la novia, cuando llegaron al solomillo al jerez y a la merluza rellena se acabó el vino.

La madre del novio se dio cuenta y le dijo a su hijo: “Antonio,¿ pero qué habéis hecho?”, que dicen los camareros que se ha acabado el vino”. Una amiga de la madre que se llamaba doña María, se dio cuenta y fue adonde estaba su hijo que en ese momento estaba departiendo alegremente con un grupo de amigos. Tenía fama de hacer como magia, algo así como el Tamariz, y la madre para evitar el bochorno de los novios le dijo a ver si podía hacer algo por ellos que estaban muy apurados. El joven le dijo que la cosa no iba con ellos, pero la madre, que era muy madre y conocía al hijo, se dirigió el maître y le dijo que hiciera lo que dijera “aquel de barba que está en aquel grupo”.

El maître le hizo caso y se lo llevó hasta donde estaban los camareros. El joven de barba les preguntó si tenían por allí alguna cuba o alguna tinaja y le enseñaron unas cuantas que tenían en un patio como de adorno. Les indicó que las llenaran de agua y que luego la metieran en las botellas que tuvieran vacías y sirvieran.

Los criados no sabían que hacer y empezaron a pensar de todo pero como le veían como muy convencido y no se sabe si eran ellos los que le habían dado al tinto, obedecieron y sirvieron un vaso al maître. El señor de la chaqueta negra lo probó y no saltó una jaculatoria porque andaba por allí el jefe. Sólo pudo decir. “ ¿Dónde coño teníais guardado este vino? Ya hablaremos luego. Y que nadie me toque... esas tinajas!”

Total que los del banquete no hacían más que decir que me ‘sirvan una copa y muchas más...”. El final de la boda no la cuentan las crónicas. Lo que sí cuentan es la que se ha armado en el país, con minúsculas, después del acontecimiento. Es que la Salgado – esto ocurrió antes de que le guardaran la ley seca en la carpeta hasta después de las elecciones – mandó al restaurante en cuestión una brigada de inspección de Sanidad para averiguar qué es lo que había pasado.

Algunos periódicos empezaron a echar la culpa de este acontecimiento a la derecha extrema que trataba de boicotear todos los proyectos del gobierno progresista, que si el que había convertido el agua en vino es de derechas de toda la vida y lo había hecho por fastidiar a la ministra. Una vez más se montó el jolgorio, azuzado por unos y por otros, que durará hasta que aparezca el nuevo ‘casus belli’, ‘casus vini’¡, ‘casus tabaqui’, o cualquier miss descoronada. De todos modos la ministra está que trina y ha dicho que vigilen a ese sujeto por si le da ahora por ir por haciendo más transformaciones de éstas.

- “¡Basta!”. Me dijiste que te cortara si me cansaba , y la verdad es que no entiendo nada de esta historia, que a ti te parece interesante... Deseo que la ‘otra’ anécdota la dejes para otro momento y procura que sea inteligible para mi cabecita de perrita.

- Lo siento Douce, a lo mejor no debería habértela contado. Te prometo que la próxima te gustará, pero es que tenía ganas de quitar hierro a este país de polémicas inútiles y a lo mejor he creado otra aunque no es mi intención. El que tenga oídos para oír , que oiga.
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Imagen: Paolo Veronese .- Le Louvre

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